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911, memorias de un futuro incierto (relato).

Tema en 'Foro general Porsche' comenzado por Carlosupercars, 11/10/12.

  1. ZANON

    ZANON Usuario ++

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    Pues si tanto te gustan Porsche y en especial los 911 , yo de normal suelo ir a clase en un Smart pero mas de una vez he ido con el Turbo, asi que si te animas te recojo que igual te sirve de inspiración para algún nuevo relato =)
     
  2. Axlr9

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    Eso es calidad!!

    :Thumb:

    En Madrid tienes una vuelta en el hermano pobre del rs cuando quieras tb!!
     
  3. Carlosupercars

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    Ya han sido varios los que me han ofrecido darme una vuelta en su 911, incluso en otros coches. Es algo que dice mucho del tipo de persona que sois.

    Zanon, ¿Qué estás estudiando? ¿Vas por la tarde? Es que veo a varios chavales viniendo en Smart, uno amarillo y otro negro los veo a diario. Tiene que ser un sobrada ir en un Turbo a la Uni... :Thumb:

    Muchas gracias a los dos, y Zanon, si quieres una vuelta en el Valenbisi me avisas jejeje. Un abrazo!
     
  4. ZANON

    ZANON Usuario ++

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    Que va , Justamente lo que menos quiero es ir a clase con ese coche...aunque algunas veces me ha tocado ir ya que si iba a cambiarlo no entraba en clase , Yo voy por las mañanas y mi Smart es color plata , esos Smart los he visto pero creo que son Passion.
     
  5. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    ¿Tu Turbo es de color gris y lo llevas muy bajito y con las llantas del GT2? Es que el otro día dando una vuelta por el centro lo vi y era impresionante, de hecho pensé que era un GT2. Luego aparte he visto otro en color azul también muy bonito, la verdad es que a parte de un día que estuve en la DTM y otro día que lo dediqué a andar por Valencia mirando concesionarios y esas cosas, pocos coches "exclusivos" he visto, no sé si se habrá dado la casualidad de cruzarme contigo :Thumb:
     
  6. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    Capítulo 21​




    Aún no podía concebir la idea de que mi vida había dado un giro de 180 grados, y no precisamente hacia mejor. Aunque dentro de tanta decepción, al menos me sentí aliviado, por fin iba a hablar con alguien que me podría contar qué había pasado durante mi estancia en el purgatorio:


    - ¿Qué? ¿Cómo que ya no soy médico, y qué voy a hacer?
    - A ver... ¿Quieres que empiece desde aquel día? ¿Qué es lo último que recuerdas?
    - Puff... no sé, estaba envuelto en llamas... - dije tratando de quitar un poco de hierro al asunto.
    - Supuse que era eso lo último que recordarías. Bueno, pues nada, ve al baño si tienes ganas ahora, porque la cosa va para largo.
    - Lo único de lo que tengo ganas es de que empieces ya con todo esto. Deja de dar vueltas, ¡Coño!.
    - Vale, vale, tranquilo muchacho. A ver, te voy a contar lo que ha pasado desde mi punto de vista, ¿Ok?
    Empiezo desde que me despedí de ti, aquel... ¿10 de Octubre? No sé, ni idea. El caso es que nos bajamos Lucía, los niños y yo para casa, a eso de las 10 de la noche. Deshice las maletas, cenamos y nos fuimos a dormir, pues ese Lunes empezaba a las 6 y media.
    Me levanté al baño a eso de las 2 de la mañana, volví a la cama y, cuando estaba cogiendo el sueño, escuché el motor del GT3 al ralentí en la puerta, así que decidí salir a buscarte. Pero cuando abrí la puerta, sólo alcance a ver las luces traseras subiendo a toda hostia por el final de la calle. Supuse que querrías hacernos una visitillas, pero que al final, viendo las horas que se te habían hecho, decidiste no llamar al timbre. Giré para volver a entrar a casa, y fue entonces cuando me fijé que habías dejado algo en el buzón, pues asomaban un par de hojas por la ranura de éste. Lo abrí y me encontré con eso, dos o tres hojas creo. Una estaba escrita por ti y me explicabas a grandes rasgos todo lo que había pasado y lo que habías averiguado, y en la otra había una especie de gráfico, con nombres de pacientes, el día de su muerte y la cantidad de Aemata...
    - Amatoxina - le corregí.
    - Eso, Amatoxina, y además, estaba la firma de la directora, vamos, que era la última y definitiva prueba que necesitábamos para tenerlos agarrados por lo huevos.
    - ¿Y qué pasó después?


    No podía entender cómo se había podido torcer tanto la cosa, quizá yo debí tener más paciencia y no subir esa misma noche, aunque por otra parte, fue la falta de paciencia la que me salvó la vida... aunque no quiero adelantar acontecimientos.


    - ¿Que qué paso? Pues que te conozco y sabía que no ibas a dejar a Cristina y a Giorgio ni un minuto más en ese hospital, yo tampoco podría. Me fui a la cama, pero no podía dormir, estuve dándole vueltas a aquello durante, al menos, una hora, pero finalmente decidí que lo mejor sería subir al hospital. Como se suele decir: mejor prevenir que curar.
    Así que cogí las llaves del Golf, me cambié de ropa y subí cagando leches para arriba. No quería que cometieras ninguna estupidez. Fui lo más rápido que pude por las calles del barrio. Pero pronto tuve que pararme: me encontré el X3 de la directora estrellado contra los contenedores que hay subiendo al castillo, justo en el cruce con el hospital. Pensé que el golpe había sido reciente, pues aún tenía las luces de emergencia encendidas. Bajé del coche pensando que aún estaría ella dentro, pero de eso nada. Cuando me acerqué un poco, me encontré a dos pobres diablos durmiendo dentro, mientras que un tercero desvalijaba todo lo que podía.
    Me dieron muy mal rollo, así que decidí seguir hacia delante, con las llaves del Golf bien agarradas, no quería que siguiera el mismo camino que el BMW. Estaba muy asustado, lo primero que se me pasó por la cabeza, fue que te la habías cargado... y que estabas enterrando su cadáver por el monte.

    - ¿Qué? El único al que casi entierran esa noche fue a mí... menudos hijos de puta - dije con mucha indignación.

    - ¿Qué me estás contando? - dijo él con cierto tono de asombro, con lo que supuse que si él no se había enterado de por lo que había pasado, nadie lo había hecho.

    - Nada, nada... Ya te lo contaré más tarde, sigue contando tú, que es lo que importa ahora - traté que no se desviara del tema, quería conocer todo lo que pudiera, y cuanto antes, mejor.

    - Está bien, pero que no se te pase, ¿Eh?. Lo dicho, que llegué al hospital a eso de las 5, y lo primero que me encontré fue tu "pepinaco" aparcado en la puerta. Así que supe que no podía entretenerme, o esa noche, serías tu el que acabara en la cárcel, y no ella. Como no sabía muy bien dónde ir, subí directamente a la 911, esperando que estuvieras allí. Con la incertidumbre de qué coño hacía tu coche allí a esas horas, y el de la señora Martínez unos kilómetros más abajo estampado, llegué a la séptima planta en seguida, subiendo las escaleras de dos en dos - no pude evitar soltar una carcajada, de hecho, ambos lo hicimos. Ver a Paco y sus piernecillas subiendo hasta la séptima así, tuvo que ser digno de ver.
    - Perdona, perdona, sigue... es que me estaba imaginando...

    - Sí, sí, muy gracioso Michael Jordan. ¿Sigo o nos reímos de mi estatura lo que queda de día?

    - No, no, sigue Cervantes, que la narrativa es lo tuyo - la situación era bastante seria, pero nunca sienta mal quitarle un poco de importancia a las cosas.

    - Pues desde luego, la historia esta da para escribir un libro. Lo dicho, que llegué a la séptima, y al abrir la puerta de la 911, en lugar de ti, me encontré a la directora. Al principio respiré aliviado, al menos no te la habías cargado. Pero luego, al darme cuenta que aquello no era muy normal, la directora no era precisamente muy madrugadora, me alteré bastante.
    La pillé con las manos en la masa. Estaba poniendo una bolsa de aquella cosa a Cristina, mientras que Giorgio seguía durmiendo a pierna suelta. Ese cabronazo tiene un sueño profundo de cojones... la madre que lo parió. El caso es que al verme entrar pegó un gran salto, cogió la bolsa y se la escondió detrás. Yo me acerqué a ella y le pregunté que qué tenía mientras trataba de cogérsela. Ella me decía que no tenía nada con una sonrisa nerviosa.
    Y entonces entró Ángela por la puerta. Al principio me tranquilizó un montón, pensé: "Joder, menos mal, otra testigo más para follarnos pero bien a esta bruja" pero luego me di cuenta que llevaba algo en la mano derecha. Se acercó rápidamente a mí, apenas tuve tiempo de ver que se trataba de un táser, con el que me metió una descarga de cojones en el costado. Lo próximo que recuerdo fue que estaba sentado en una silla de ruedas y me llevaban a algún sitio, mientras que la directora le contaba a la enfermera que te habías escapado, aún no sé muy bien de donde.

    - Ya te contaré, ya...

    - Me bajaron al sótano y me dejaron en la puerta unos minutos, pero yo seguía muy desorientado, apenas sabía dónde estaba. Se fueron y comencé a escuchar a la directora y al hombre ese al otro lado. Estaban discutiendo muy fuerte. En aquellos minutos, aún no sé muy bien porqué, me empecé a sentir muy contento, incluso tenía una sonrisilla tonta. Yo creo que aquel par de putas me metieron algo. De repente, alguien agarró la silla por detrás, era Ángela. Empezó a decirme, en un tono muy cariñoso: "Hombre, si ya se ha despertado el chiquillo, pasa para adentro, que vas a firmar tu contrato. Te van a ascender a encargado de mantenimiento de todo el hospital, ¡Enhorabuena!"
    Prácticamente se me había olvidado que me habían metido con un táser unos minutos antes, así que, me levanté de la silla y, tambaleante, entré a aquella habitación bastante confiado. Apenas di tres pasos, cuando aquel gorila me metió un derechazo que me dejó tumbado. En un instante se me pasó toda la gilipollez que llevaba en lo alto, y recordé de nuevo qué hacía allí. Después de eso todo pasó muy rápido, cuando me fui a dar cuenta, estaba de frente a la pared, con una pistola en la cabeza, y acordándome de mi mujer y niños. Y cuando ya creía que mi momento había llegado, te escuché a ti por detrás diciéndome que corriera. Me giré y te vi todo ensangrentado, saltando de cabeza hacia una de las estanterías. Se cayeron un montón de tarros al suelo, y sobre ellos también. Cuando apenas me había separado unos metros, sacaste un mechero del bolsillo y toda la sala comenzó a arder.
    La habitación se transformó en una gran bola de fuego. Entre las llamas pude distinguir como te tumbabas mientras te quemabas vivo, sin soltar un sólo grito de dolor. Los otros tres mientras tanto gritaban como hienas en celo, pero me preocupaban muy poco, la verdad. Cogí un extintor, no recuerdo muy bien de donde, y corrí hacia ti, atravesando la pared de fuego. Yo también me hice daño, no te vayas a creer ¿Eh? - en ese momento se arremangó la camiseta de Cáritas que llevaba puesta y pude verle todo el brazo, estaba completamente consumido, todos los músculos habían desaparecido, apenas le quedaba el hueso y carne churrascada.

    - Me salvaste la vida, ¿Verdad? - No pude evitar que me saliera alguna lagrimilla, aunque no sabía muy bien si me había hecho un favor o una enorme putada.
    - Hombre... no sé que otras posibilidad de salir de allí habrías tenido, pero pocas, la verdad. La cuestión es que conseguí apagarte y sacarte de allí, aunque soltabas humo por los cuatro costados. Salí por la puerta del sótano contigo sobre mi espalda, y enseguida estábamos fuera del hospital. Allí estaban ya tanto los bomberos, como las ambulancias. Y también un par de patrullas de la Guardia Civil. A ti te subieron a una camilla y no te volví a ver hasta el día de hoy. A mí me llevaron al hospital provincial, y tras contarles todo lo que me había pasado, me dejaron ir a casa, aunque con una citación judicial bajo el brazo.

    - ¿Y qué pasó con la directora y los otros dos?

    - Pues la enfermera y aquel tío, aparecieron completamente achicharrados, salieron prácticamente en un urna, eran ceniza.
    - ¿Y con la directora? ¿Sobrevivió?

    - ¿Bromeas? Ni de coña, toda esa maldad que llevaba dentro sirvió como acelerante para el fuego. De ella no encontraron ni el más mínimos resto. La policía científica supuso que la temperatura que se alcanzó en ese sitio fue tal que se consumió, su cuerpo se volatilizó.

    -¡Joder! Bueno, y ahora explícame porqué cojones estamos en el paro... que es otra buena pregunta.

    - A ver, yo, es evidente; mi puesto de trabajo se quemó. Por suerte, todos los que había en el
    hospital fueron evacuados, los bomberos y la Guardia Civil lo hicieron de puta madre. El primer mes todos fueron entrevistas: salí en todos los periódicos y televisiones, y la gente comenzó a mandarte cartas a tu casa, y a hacerte visitas al hospital. Un cirujano muy famoso decidió hacerse cargo de tu caso. Mira - dijo mientras que comenzaba a sacar tacos y tacos de periódicos y recortes con noticias sobre el incendio y los avances que iba teniendo en mi recuperación - , he estado recopilando todo lo que he podido desde entonces, creo que podrán explicarte mejor que yo todo lo que ha pasado.


    [​IMG]


    Comencé a hojear los periódicos, estaban ordenados cronológicamente. En los primeros todo eran halagos hacia mí y Paco. Pero de repente, los titulares dieron un cambio brusco, y comenzaban a ser del tipo "El Doctor Carlos, el médico que te mata" o "De héroe a verdugo, la jueza Ibáñez destapa toda la verdad". Joder, eso seguro que tenía algo que ver con la situación actual tanto mía como de Paco. Así que directamente se lo pregunté a él:


    - Pero, ¿Esto qué coño es?

    - Al mes y medio salió el juicio. Aún no sé cómo, la defensa de la directora (que en paz no descanse, esté donde esté) se montó una película que no se la creería ni mi hija de 7 años, pero que la jueza se la tragó enterita, de principio a fin. Es largo de explicar, creo que por hoy ha sido suficiente, pero básicamente, al final fuiste acusado de violar varias partes del juramento hipocrático, por lo que se te ha prohibido ejercer la medicina de por vida. A mí se me acusó de cómplice necesario, y actualmente estoy a la espera de una sentencia firme, lo mismo acabo en la cárcel, pues explícame tú a mí cómo voy a pagar la daños del incendio, creo que se tasaron en 50 millones de euros... En fin, estamos en mitad de un buen marrón, suerte que ya has despertado, porque tú estás de mierda hasta bastante más arriba que yo. Se te asignó un abogado de oficio que apenas hizo nada por defenderte, al fin y al cabo, tenías un pie en el otro barrio.
    No dejaron testificar ni a Cristina ni a Giorgio, que habrían aportado algo más de luz a todo esto. Y como ya te he dicho, el juicio hace meses que acabó, pero está a la espera de sentencia, crucemos los dedos para que esta lenta justicia tarde mucho en tratar nuestro caso. Mientras tanto, tenemos que idear algo para limpiar nuestra imagen, aunque no sé muy bien el qué... en fin, ¿alguna pregunta más?

    -Pues te parecerá una gilipollez, pero llevo pensando en él desde que desperté... ¿Dónde está?

    -No lo he visto desde aquel día, tío. Lo dejaste un poco apartado del hospital, ¿Verdad?.

    -Sí... bueno, se podría decir que sí.

    -Quizá hayas tenido suerte... ¿Quieres que subamos a comprobarlo? Pero prometemé que estás preparado para lo peor, por favor.

    -No hay nada que me apetezca más en este momento, prefiero encontrarme cuatro hierros quemados a seguir con esta incertidumbre.



    Mentía, me aterraba la idea de que a aquel precioso Porsche 911 GT3 RS por el que tantos sacrificios había hecho y tanto había luchado le hubiera pasado algo. Pero tenía que ser realista, si no se lo había cargado el fuego, lo habrían hecho los rateros, y si no, las inclemencias tiempo. Ese juguete abandonado 6 meses en el mismo sitio resultaba muy goloso. Sólo quería averiguar qué era lo que quedaba de mi sueño. Paco cogió las llaves del GTI y salimos a la calle. Era el momento de reencontrarse con lo que quedara de mi compañero de viaje.


    Continuará...
     
  7. Carlosupercars

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    El capítulo de hoy no es precisamente un capitulazo, pero estoy enfermo y con fiebre y apenas he podido acabarlo. Mañana le daré un repaso y mejoraré algunas cosillas. Espero que os guste, y cualquier fallo que le veáis, me lo decís y lo corregiré. Gracias por leerlo y un abrazo.
     
  8. SOULFLY

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    Gracias.

    Un gt3 rs que esta enganchado a esta historia.

    Un saludo
    Rober
     
  9. BM3W

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    :Thumb: Despues de 5 dias fuera vine AQUI para el..continuara ! :Popcorn: asi que no nos hagas esperar mucho xD!! :drooling :Thumb:
     
  10. ATM

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    Muy bueno el capitulo, estamos esperando ya el capitulo 22 y los que quedan.

    Un saludo grande,

    Alberto
     
  11. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    Me dijeron que por el foro andaba un GT3 RS, me alegro que estés leyendo la historia, es un honor que la lea alguien que tiene el coche del protagonista, y entorno al cual gira toda la historia. No sé si la has leído entera, pero tiene un montón de fallos, sobre todo en lo relacionado con los coches. Y con el GT3 he metido la pata hasta el fondo, como poner que desactiva el control de tracción, cuando según me ha contado algún compañero por aquí, ni siquiera lo tiene :cabezazo: . Pero bueno, la verdad que mi contacto con este coche en la vida real ha sido nulo, pero es muy mítico, se merece protagonizarla, aunque la haya cagao pero bien jejeje. Lo dicho, que espero que te guste y que sigas leyéndola, un abrazo.

    Pero si no hace ni 12 horas que he subido un capítulo!! Esta noche, trataré de escribir otro ;)


    A ver si ahora tengo más tiempo para escribir, que como habrás visto, este finde he estado ocupado... :Silbar:
     
  12. joschelito

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    Grande Carlos!!
    Le he pasado el link de la historia a unos compañeros de clase que tambien son "quemadillos" de las 4 ruedas, a ver si se enganchan tambien
    Espero ansioso el proximo capitulo:Thumb:
     
  13. buey103

    buey103 Senior

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    ¡Cuantos recuerdos me trae tu historia! Curiosamente yo también me llamo Carlos y he trabajado como médico en Jaén, a la misma edad que la del protagonista.....pero con un humilde R5 y hace 30 años. Magnifica historia.
     
  14. Carlosupercars

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    Ostras, pues ya es casualidad también jejej. Bueno, un R5 por aquel entonces también estaba cotizado, espero que ahora te hayas podido dar el capricho, y tengas un Porsche. Estos coches, cuanto más tardan, mejor saben (es lo que dicen, yo con mi bici al fin del mundo :Rolling On The Floor Laughing: ).
     
  15. ze pequeno

    ze pequeno Usuario ++

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    De momento el relato va bien,va muy bien!!haber como acaba!!
     
  16. Carlosupercars

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    Nuevo capítulo, espero que os guste :)

    Capítulo 22

    Con la mirada fija, y ardiéndome los ojos con el abrasador Sol de medio día, traté de encontrar dónde estaba el fallo por el que el Golfete no quería arrancar. Paco seguía girando la llave de contacto, y el motor de arranque cumplía su función, ahí no estaba el problema.

    Aunque, teniendo en cuenta que llevaba casi cinco meses parado, el fallo podría estar en cualquier lado. Pedí a Paco que girara el contacto por última vez, me dolía el alma cada vez que aquel pequeñín trataba de despertar. Su delantera bifaro parecía estar más triste que de costumbre, las luces parecían estar cabizbajas y el viejo cuero desprendía un olor a cerrado, como cuando te montas en un coche que lleva años olvidado. Pero no tenía nada que reprocharle a Paco, sabía que amaba ese coche, si no lo había cuidado mejor, era porque no había podido.

    Y fue en aquel último intento de reanimación cuando se me vino a la mente lo que me pasó a mí años antes: cuando estuve en Inglaterra estudiando, el coche se pegó cerca de 6 meses parado, y al tratar de arrancarlo de nuevo, me pasó exactamente lo mismo que nos estaba ocurriendo a nosotros. Así que le pedí a Paco que sacara su caja de herramientas. Le saqué las bujías, se las limpié un poco y, como por arte de magia, arrancó.

    Sus ojos le volvían a brillar, y en su rostro pude ver una mínima muestra de ilusión. Le pegó un par de acelerones en punto muerto y dijo: "Está vivo, el muy cabrón vuelve a estar vivo". Me monté en el coche y le dije: "Venga, dale caña, que ahora es mí a quien le falta su máquina".

    Salimos calle arriba con Paco llevando el 16v cercano a las 7 mil vueltas. El sonido de la admisión chocaba contra las paredes de las casas y se extendía por todo el barrio. Pero no tardó mucho en dejar de pisarle, cuando apenas llevábamos un kilómetro, se le encendió la luz de reserva. Traté de tranquilizarlo: "Sigue pisándole, para subir al Neveral y bajar te llega, luego nos pasamos por la gasolinera, no te preocupes". Pero él prefirió bajar el ritmo, tampoco era muy de correr, supongo que se dejó llevar por la excitación inicial.

    Disfrutaba con el mero avance del coche a través de aquella pendiente: su sonido, el agarre, el cambio, el aire dándote en la cara... aquel corto trayecto resultó ser todo un placer, aunque no fuera yo conduciendo. Después de medio año postrado en una cama y ocho horas de autobús, era una sensación orgásmica para mis sentidos atrofiados por la falta de emociones.

    Pronto llegamos al final de la contoneante carretera, y encaramos aquel túnel de sauces llorones que conducía a mi ex-puesto de trabajo:


    - ¿Llevas la calefacción puesta?
    - No... ¿Por qué lo dices?
    - No sé, huelo como a quemado.
    -¡Ah! ¿Lo dices por eso? Pronto descubrirás el porqué...


    Lo que hasta entonces había sido la entrada a El Neveral, ahora se encontraba escoltada por dos enormes puertas metálicas de casi tres metros de altura (jamás había reparado en su existencia) cerradas a cal y canto. Y enrollada sobre éstas, una cinta policial presidida por una hoja del juzgado nº3 de Jaén, que prohibía la entrada a cualquier persona ajena a la investigación. Pero mi intuición me decía que hacía meses que la habían acabado, aquello estaba muy solitario. Desde allí no podía distinguir ni tan siquiera la silueta de aquel coloso, la jardineras de la entrada habían crecido exponencialmente (se notaba que ya no estaba Paco allí para cuidarlas) y servían de cortina natural para las miradas indiscretas.

    Sin más dilaciones, aún con cojera y con medio cuerpo vendado, decidí saltar la valla. Aquel sitio me importaba ya bien poco, pero aún guardaba algo dentro de mi propiedad, algo que no dudaría en recuperar...

    "Toma", le dije dándole mi chaqueta para que la guardara. Me acerqué a la puerta y agarré los barrotes con fuerza. Tomé impulso para subir mis dos piernas a la mitad de ésta y descansé un segundo. Tras esto, volví a la carga una vez más y conseguí saltar al otro lado, apoyándome sobre mi pierna mala. Tras ver las estrellas durante unos segundos, el dolor se calmó y pude volver la vista para contemplar la escena con perplejidad.

    Ante mí, se alzaba un mastodóntico esqueleto de hormigón oscurecido por las llamas. Lo que hasta entonces había sido un colosal hospital, símbolo de la decadencia de un sistema sanitario en continuo deterioro, era ahora un reflejo fantasmagórico de un pasado mejor. Esperé a que Paco saltara la valla para ir a explorar el sitio, en el que seguro que vagaban miles de almas en pena, entre ellas las de la directora y sus socios.

    Aquel color blanco (un poco sucio por la falta de mantenimiento) que tenía la última vez que lo vi, sólo se conservaba en las dos últimas plantas (la séptima y la octava). Paco se acercó a mí y trató de frenarme: "Pero vamos a ver, ¿No hemos venido a por el coche? No me metas en más líos, ¡Coño!". Pero yo seguía encabezonado en entrar, sin saber muy bien con qué intención.

    Paco volvió a cruzarse en mi camino y me arreó un buen tortazo. Me quedé paralizado, nunca lo había visto tan enfadado. Supe que era el momento de hacerle caso, sin más, le dije: "Llevas razón, lo siento", me tragué mi orgullo y nos dirigimos al parking de atrás, donde lo dejé aparcado.
    Giré la esquina de la antigua entrada de urgencias y me encontré con un parking rebosante de papeles, guantes y porquerías varias. Los restos de aquella madrugada eran visibles a cada paso que daba. Desde cascos a chaquetas de bombero formaban parte de aquel tétrico decorado de película de serie B. Lo que no conseguí localizar en un primer vistazo fue mi GT3. ¿Se habría quemado? ¿Estaría en el depósito municipal pudriéndose mientras esperaba una orden judicial que nunca llegaría?.

    También tengo que reconocer que no sabía muy bien dónde lo había aparcado, pero si no se lo habían llevado, estaba muy escondido. Entonces Paco aprovechó para pedirme disculpas:
    - Oye Carlos, de verdad que no quería...
    - No te preocupes, me lo estaba ganando a pulso, a veces olvido que no soy el único que vive con problemas.
    - Entonces, ¿Sin rencores?.
    - Pues claro tío, somos amigos para lo bueno y para lo malo, ahora más que nunca tenemos que estar unidos, cuatro tonterías no van a acabar con nosotros.


    Puse mi mano sobre su hombro, y nos dimos la vuelta por donde mismo habíamos venido. Cuando iba ya de vuelta al coche, con el corazón en un puño y el único amigo que me quedaba en la otra, y ya sin esperanza alguna, Paco dijo: "Espera un segundo... no recuerdo que hubiera nada ahí metido". Señalaba a un pequeño cobertizo que se encontraba entre los árboles del jardín, apartado de las pocas visitas que por allí pasaban.

    Paco se desvió del camino y fue hacía ese lugar, yo lo seguí sin apenas entusiasmo. La puerta estaba entreabierta y se podía distinguir algo tapado con una lona. Mientras nos acercábamos, Paco trataba de animarme: "Te juro que yo sólo tenía un par de bidones de fertilizante y unas cuantos sacos de abono, no sé qué puede ser eso". Aceleró el ritmo y abrió las puertas como si no hubiera tiempo que perder. Al hacerlo, pude ver con mayor claridad de qué se trataba: una tela muy basta, parecida a la de los sacos, cubría algo muy bajito y ancho. En la parte del fondo, la tela subía de nuevo drásticamente: esa cosa, tenía como mínimo un buen alerón.

    Mientras Paco pasaba al fondo por el lado izquierdo, yo pasé por el lado derecho con cierta dificultad, pues allí había el hueco justo para que entrara lo que demonios escondiera aquella lona. El olor a humedad y una sensación claustrofóbica inundaban aquel lugar. Al llegar a la altura de Paco, pude distinguir por debajo de la lona cierto color que me resultaba familiar: aquel rojo intenso, casi naranja, no podía ser de otra cosa que de una llanta de mi GT3. La bestia indómita había estado allí esperándome pacientemente hasta que volviera a por ella. Incluso con esa mierda húmeda y roñosa daba la sensación de estar en movimiento.

    No podíamos esperar más, Paco de una lado y yo del otro, agarramos aquel viejo harapo y se lo quitamos de encima a aquella impresionante carrocería. Estaba algo sucio, y tenía algún roce que no recordaba, pero a simple vista, nada grave. Mirándolo de delante a atrás, salimos de nuevo al exterior y contemplamos sus esculturales y musculosas formas a unos metros de distancia. A lo Neil Armstrong cuando piso la Luna, no se me vino una frase más original a la cabeza que: "Y este señores, es EL COCHE". Mi compañero asintió con la cabeza y se quedó babeando un rato a mi lado, nos faltó empezar a echarle billetes de 5 euros, a lo bailarina de stripteases.

    Tras unos minutos allí parados, Paco hizo la pregunta más inteligente de la jornada:


    - Bueno, y ahora falta un pequeño detalle...
    - ¿El qué? - pregunté extrañado, para mí aquello era completamente perfecto, no sé que más querría.
    - ¿Cómo lo vas a abrir? ¿Cómo lo vas a arrancar? Porque dudo mucho que te llevarás las llaves a Valencia.
    - ¡Mierda! Es verdad. En casa tengo una copia, mira que soy tonto, venir a por mi coche sin llaves...
    - Bueno, espera un segundo, ¿No dijiste que habías aparcado el coche en la parte de atrás?
    - Sí.
    - Bueno, pues alguien lo habrá movido ¿No?. Y las cerraduras no parecen forzadas - y eso demostraba que un listo de calle hace más que un ratón de biblioteca.
    - Llevas razón... ¡Lo mismo las ha dejado puestas!


    Nos acercamos corriendo hacia el coche, y comencé a buscar por todos lados. Antes de nada miré por las ventanillas ayudándome de la mano para tapar los reflejos. Pero las llaves no estaban puestas. Así que me agaché y rastreé todos los bajos del coche, desde los faldones a el hueco que había entre las ruedas y la carrocería, pero no dió resultado. Me fui entonces a la parte trasera y repasé de arriba a abajo el alerón y las salidas de refrigeración. Incluso comprobé los tubos de escape.

    Cuando estaba a punto de darme por vencido, escuché a Paco: "Carlos, ejem...". Me levanté del suelo y dije: "¿Qué quieres? ¿No ves que las estoy buscando?". El no dijo nada, se limitó a acercarse a la puerta del copiloto y agarrar el tirador; sin más, la puerta cedió y se encendieron incluso las típicas luces de ambiente de cuando se abren las puertas.

    Entonces se animó a hablar: "Y recuerda hijo, lo primero que tienes que hacer cuando buscas unas llaves, es comprobar que el coche no esté abierto. Uy que mal te ha sentado el coma...". Me limité a poner cara de situación e inclinar la cabeza en señal de reverencia hacia el maestro.

    Entré en el habitáculo, donde se mezclaba un extraño olor: mezcla de ambientador de pino, cuero y una casa cuando lleva 15 días cerrada y vuelves de vacaciones. Pero no me importaba, tenía unas ganas enormes de volver a sentarme allí. Agarré el volante y comencé a llorar. Pegué la frente en éste y no pude articular palabra en minutos. Ante la situación, Paco se fue a ver si encontraba alguna forma de abrir la enorme puerta de la salida. Yo desde luego no tenía pensado salir con el Porsche rompiéndola, royo película policíaca de los 90, aquel morrito me tenía enamorado. Si hubiera hecho falta, me podría haber quedado el resto de mi existencia dándole vueltas por el aparcamiento del hospital. Aunque me estaba pidiendo un sitio donde sacar a pasear sus cerca de 400 potros, al bóxer se le quedaba pequeño ese sitio.

    Cuando por fin logré quitarme las lágrimas de los ojos y volver a pensar con claridad (sentaba bien llorar de alegría, apenas lo había hecho antes), empecé a buscar las llaves, en lo que Paco volvía con alguna idea para sacarnos de allí a mí y mi caballero alemán. En el contacto no estaban puestas, detrás de los asientos tampoco, y en los huecos de la puerta, igualmente, la búsqueda fue en vano.

    Aunque realmente, tampoco sabía muy bien qué buscaba, porque las llaves de repuesto supuestamente estaban en casa. Pero claro, teniendo en cuenta que la casa estaba patas arriba, y que no era la única persona que había estado allí últimamente, di por hecho que esas eran las llaves que buscaba.


    Y cuál fue mi sorpresa cuando, al abrir la guantera, me encontré con las mismas llaves que llevaba en el bolsillo la noche del incendio. Pensaba que se habrían extraviado o directamente quemado. Y efectivamente, así era. La parte metálica (lo que era la llave en sí) estaba intacta, pero la zona de plástico, donde se encontraban los botones del mando a distancia y toda la parafernalia, estaba parcialmente quemada, dudaba mucho que siguiera cumpliendo su función. Pero lo que me sorprendió de verdad, fue lo que había debajo de las llaves: entre las revistas de coches y la documentación del Track Day en Ascari, encontré un sobre azul que no me conocía.

    Tenía la silueta de un Pegaso Z-102 dibujada a bolígrafo en el remitente, era lo único que había por fuera. Me decidí a abrirla y en su interior había una pequeña nota escrita a mano. Tenía letra de chica, y no era de la directora, así que supuse que sería de Cristina:



    "Tenía la batería K.O. Menos mal que soy medio ingeniera ¿Eh?. Pues nada Carlos, si estás leyendo esto significa que todo va bien, si lo está leyendo otro, te recomiendo que dejes las cosas donde están que Carlos está "mu loco".

    Lo cierto es que he vuelto a Jaén para coger unas cosillas antes de irme, y me he acordado de tu amado coche. Como supe que aún estaría por aquí, a la vista de cualquiera, he decidido traerme tus llaves de Valencia y al menos moverlo a un lugar más tranquilo. Espero que no le hayan hecho nada antes de que tú lo cojas, ahora mismo, doy fe que está perfecto, un milagro estando donde está. El regalo de Navidad te ha llegado también este año, aunque no estés despierto para verlo.
    Lo cierto es que lo que me acabo de encontrar en la guantera hace las cosas mucho más difíciles, no tenía pensado volver, pero esto lo cambia todo. Iré para contarte lo que voy a hacer, y te dejaré tu parte en el cajón. Espero que lo lleves puesto, yo no me lo quitaré hasta que te vuelva a ver.
    No puedo entretenerme mucho, ni quiero darte más pistas de dónde voy a estar, el avión sale en unas horas y aún tengo que llevarte esto.

    Jaén, 6 de Enero del 2014.

    Te quiero, Cristina."




    Apenas terminé de leer la carta cuando Paco llegó sudando y algo nervioso. Me preguntó por las llaves asomándose por la ventanilla, yo escondí la carta antes de que la viera y le dije que ya habían aparecido. Se marchó con un: "Perfecto, te espero en la puerta".

    Engrané punto muerto, giré el contacto y esperé a que todos las lucecitas de espera se hubiera apagado. Escuché la gasolina fluyendo desde el depósito hasta el motor y giré el contacto rezando para que arrancara. A diferencia de lo que cabía esperar, el coche arrancó a la primera, sin tomarse más tiempo de lo habitual y soltando su ya típico petardazo por los escapes. Tras tanto tiempo sin escuchar aquel particular ronroneo, mis oídos, eufóricos, le pedían más y más a aquellos 6 cilindros. Le pegué un par de acelerones en frío (algo no muy recomendable después de 6 meses parado) y entre carcajadas esquizofrénicas, engrané primera y salí muy despacito rumbo a la entrada.

    Allí me encontré a Paco soltando una cadena de la parte delantera del Golf y recogiendo los trozos de cerradura que había por el suelo. Al muy animal no se le había ocurrido otra forma más fina para abrirnos la puerta que tirando de ella literalmente con el Volkswagen. Con aquel modus operande tan fino y de guante blanco, a nadie se le habría pasado por la cabeza pensar que habíamos entrado a El Neveral... De hecho, cuando aún estábamos colocando la notificación y la cinta policial para que se notara lo menos posible, un Suzuki Vitara con los prioritarios puestos apareció de la nada por el camino que descendía de La Mella: era el momento de marcharse.

    Salimos de allí cagando leches, aparentemente sólo estaban patrullando, pero nunca se sabía. Comenzamos a descender por aquella carretera que parecía no retorcerse nunca lo suficiente. Ambos coches chirriaban en casi todas las curvas y para ir la pelotilla delante, no llevábamos mal ritmo precisamente. En seguida perdimos a la Guardia Civil del espejo retrovisor, pero nosotros seguimos a tope hasta llegar a Jaén, sólo por la escusa de conducir, ambos teníamos un mono importante de gasolina y goma quemada. Al llegar al cruce, Paco cogió la dirección opuesta a la de su casa, así que supuse que iríamos a la mía.

    Aparcamos a un par de calles, no sabía muy bien porqué ese día aquello estaba lleno de coches, y a algún genio se le ocurrió aparcar delante de mi garaje. Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que el mando a distancia seguía funcionando (que bien hechos están estos coches). Aún faltaban unos cien metros para llegar a la puerta, cuando aquella canción ya estaba sonando de nuevo. Peret me empezaba a caer muy mal, y aquella canción me daba mucho respeto. Al acercarme a casa, confirmé que el sonido venía de dentro.

    Era muy extraño, pues había dejado toda la casa sin luz unas horas antes. Al introducir la llave en la cerradura, un vecino (Juan), se acercó a mí con el pijama y las zapatillas de andar por casa y me dijo: "Carlos, a ver si apagas la música que aquí hay gente que quiere echar la siesta, vale que lleve toda la mañana sonando, pero respeta estas horas hombre...". Le pedí disculpas y entré al jardín. En la puerta de casa había una nota hecha con recortes de revistas pegada. Al acercarme, pude leerla con más facilidad: "El fuego purifica, pero tú ya estás sentenciado". Quité la carta con la mano, mientras que esa maldita canción seguía sonando en el interior. Entonces me percaté que tenía algo pegado por detrás. Era un mechero, que me resultaba muy familiar... ¿Quién cojones lo podría haber conseguido?
     
  17. Carlosupercars

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    Nuevo capítulo, espero que os guste.
     
  18. okertxus

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    :[yahoo]muy bueno , de un tirón lo he leído .
     
  19. BM3W

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  20. Javier_bmw

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    Sigue con la historia.