Nuestros Espónsors

911, memorias de un futuro incierto (relato).

Tema en 'Foro general Porsche' comenzado por Carlosupercars, 11/10/12.

  1. joschelito

    joschelito Soloporschista

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    Pues ni idea Carlos... pero creo recordar que todos los coches modernos (o la mayoría) llevan chasis autoportantes, es decir, que no tienen separados chasis y carrocería en sí...
    Yo diría aluminio...:beer:
     
  2. SOULFLY

    SOULFLY Soloporsche Expert Engineer

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    Chapa acero al carbono (no inoxidable) de diferentes espesores, osea, acero comun por hablarlo en claro y llano. Porsche no fabrica bastidores de aluminio, aun. En el caso del prota, ademas, capo delantero espejos y aleron, en fibra de carbono junto con la luna trasera en "plexan" o plastico para entendernos, que cumple la función de aliviar peso y "curvarse" a unos km/h concretos para crear un ram air en la admisión y ganar otras casi 20cv extras a mas de 160 180kmh, esto hablo del 996 gt3 RS, osea, del prota.

    Un saludo
    Rober
     
    A Ingouriarba13 le gusta esto.
  3. joschelito

    joschelito Soloporschista

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    :[amen]:[amen]:[amen]:[amen]:[amen]
     
  4. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    11/10/12
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    Pues nada, sólo puedo darte las gracias, y todo lo que me diga, a misa! Espero que siga por aquí, que yo seguiré escribiendo. Un abrazo :beer:
     
  5. Pereña

    Pereña Gran Experto Porschista

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    Nos tienes es ascuas!!! :[blah]

    Muy buena la trama, de verdad :[applause]
    Impaciente estoy de seguir leyendo más y más e ir desenmascarando todos los detalles de la historia :Popcorn:


    P.D.: No sé cómo seguirá esto... pero me atrevería a decir que Cristina se fue, siguió con aquel proyecto que dejó a causa del cáncer, y ese proyecto es el "engendro" que vio Carlos por el Ring aquella noche secreta... todo concuerda... :hmm:
     
  6. joschelito

    joschelito Soloporschista

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    :eek::eek::eek::eek::eek::eek::eek:
    Me has quitado las palabras del teclado!!!:beer:
    Yo no digo nada, pero al final Carlos va a estar haciendo la historia con trozos aportados por nosotros...:[angel]
     
  7. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    11/10/12
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    No van por ahí los tiros, aunque he de reconocer que sería impresionante de cojones, pero no, el propio protagonista dice que no volvió a saber nada del tema, así que queda descartado. Y por favor, no sigáis con el royo spoiler, que al final acertáis y luego encima diréis que os he copiado :Rolling On The Floor Laughing: Lo dicho, que en un ratito tendréis un capitulo nuevo!!
     
  8. joschelito

    joschelito Soloporschista

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    Jajajajajaja :Smiling Face With Open Mouth:
    Por mi parte me callo ya, y espero impaciente un nuevo capítulo. :beer:
     
  9. J. Ignacio

    J. Ignacio Senior

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    Buenas noches a tod@s
    Chssst :[angel] no sigais escribiendole que lo entreteneis :diablo: y no acabamos nunca :Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth:
    Haber si hay suerte y mañana desayuno leyendo el nuevo capitulo:copiloto rallye:
    Gracias
    Atentamente
    J. Ignacio
     
  10. Superbross

    Superbross Soloporschista

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    Yo también sigo impaciente, pero tienes que entender que nos dejas de unas maneras, con lo enganchados que estamos y lo que nos gusta el devaneo de hablar y pensar, pues todo me cuadra. Pero llevas razón, esperaremos, pero no mucho eh...
     
  11. Carlosupercars

    Carlosupercars Senior +

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    Capítulo 30




    Me senté corriendo. Las manos me temblaban y el movimiento que había fuera sólo me ponía más nervioso. Trataba de buscar donde encajar las llaves. Tiraba del cinturón y de lo fuerte que lo hacía se quedaba bloqueado. Con el corazón en un puño, salí de allí todo lo rápido que pude. Un par de comisarios se pusieron en mitad de pista para cortarme el paso, pero yo seguía directo hacia ellos: o se apartaban, o los atropellaba.

    Cada vez que tenía que frenar, lo sentía como un pérdida de tiempo, así que apuraba al máximo. Bloqueaba las ruedas delanteras y estuve a punto de hacer un "recto" un par de veces. Pero en ese momento no miraba por mi integridad física ni por la del coche. Le di una tralla al motor como no había tenido otra en su vida. Ya en el Nordschielfe, comenzó a oler a quemado, el embrague no aguantaría mucho más a ese ritmo. El salpicadero parecía un festival de luces, desde la temperatura del aceite hasta la del motor comenzaban a subirse demasiado. Pero no me importaba, sólo quería llegar al lugar del percance y comprobar que todo se había quedado en un susto.

    Los kilómetros seguían pasando y no había ni rastro del coche o Giorgio. Rebasé Flugplatz, Ex-mühle y Bergwerk, y lo único que me encontré fue con una ambulancia que también se dirigía al lugar de los ocurrido, a la cuál adelanté. Y por fin, tras recorrer más de 10 kilómetros, y superar Klosterfal, me di de frente con el "percal". Había una Opel Zafira, también del circuito, atravesada en mitad del trazado, con las luces de emergencia encendidas. Paré el Golf inmediatamente detrás de ella, y corrí para ver qué había pasado. Los casi 200 metros que me separaban de la curva del Karrussell eran un espectáculo. Centenares de aficionados estaban con sus cámaras y móviles, grabando y echando fotos de lo ocurrido. El Nissan GTR estaba aparcado a lo lejos, junto a un par de BMW Serie 5 F10 Touring, también con sus respectivas luces prioritarias en el techo. Un señor con un chaleco reflectante trató de agarrarme para que no me acercara más a la zona. Le pegué un empujón, cayó al suelo y seguí corriendo como si de un sprint final se tratara. Sobre la hierba, un Helicóptero de emergencias estaba parado, sus rotores no giraban y parecía no tener prisa por irse, cosa que no me gusto lo más mínimo.

    [ame="http://www.youtube.com/watch?v=o8-rCpI-uAw&feature=colike"]Scala and Kolacny Bros - U2 With or Without You - YouTube[/ame]
    (La recomiendo para esta parte)

    Cuando llegué a la altura del GTR, pude ver unas marcas de neumático que comenzaban justo después de una mancha de aceite. Paré un segundo para tratar de recuperar el aliento y orientarme un poco. Seguí con la vista las marcas del suelo: iban directas al centro de la curva, ascendían por el peralte de la misma y se perdían en los árboles que había tras la valla; la cual tenía un golpe tremendo y estaba empapada de fluidos de motor. Miré hacia la izquierda, y pude ver una de las llantas traseras de mi 911 sobre la calzada, aún con la mitad del eje trasero enganchado: había sido arrancado de cuajo del resto del coche. El Sol del atardecer incidía en mis ojos, creando un ambiente crepuscular que me invitaba a pensar que estaba soñando y en cualquier momento despertaría de aquella pesadilla. Un nudo en la garganta me impedía respirar al ver aquella rueda naranja informe abandonada en mitad del circuito.

    No sabía si dirigirme hacia la zona donde la valla estaba más destrozada o comenzar a pellizcarme hasta que abriera los ojos en mi habitación del hostal de Adenau. Me decanté por la primera opción, y comencé a andar muy despacio, como con miedo, hacia la "zona 0". Observaba la oscura marca de los neumáticos en el asfalto, mi cuerpo comenzó a temblar, y mis tímpanos escuchaban sonidos injustificados de frenazos y colisiones. A duras penas, superé el inclinado peralte, mientras que los allí presente me miraban emocionados. A excepción de un par de insensibles, todos habían bajado sus cámaras y me miraban con ojos tristes, como comprendiendo que no formaba parte del equipo de emergencias ni de la organización de Nurburgring. Por fin pude llegar a la valla y ver con claridad lo que se escondía tras ella: un reguero de troncos destrozados, piezas de motor y guantes de látex conducían a la jaula de color naranja del GT3, que era lo más entero que quedaba de él. Salté sobre el bloque motor, el capó abollado y otro par de ruedas, y me quedé a escasos diez metros del chasis y puertas, que a duras penas hacían intuir la silueta original del coche. Un médico trató de impedirme de nuevo el paso, mientras que un grupo de otros 10 o 12 rodeaban el amasijo de hierros tratando de hacer un milagro.

    [​IMG]

    Sabía que no saldría de aquella, pero aún guardaba la esperanza de que siguiera vivo, al menos para despedirme de él. Un calor intenso invadía mi cuerpo, especialmente mi cabeza y mis pies. Era algo parecido a lo que sentía siendo un niño cuando una chica se me acercaba, pero aumentado exponencialmente, y desde luego, con un toque mucho más tétrico y violento que en aquellas ocasiones. Aparté hacia un lado a aquel hombre uniformado y me dirigí a la puerta derecha del coche, donde se agolpaba la mayoría del equipo de sanitarios. Los empujaba para que se quitaran, pero no me dejaban; formaron una coraza con sus cuerpos prácticamente impenetrable sin usar una violencia desmesurada. Grité su nombre, buscando alguna señal de vida desde el interior del armazón de aleaciones en el que se encontraba su cuerpo. Pasaron unos segundos interminables, en los que alguno de ellos tuvo el detalle de mirarme con gesto de compasión. Un fino hilo de voz surgió de repente, cuando apenas esperaba ya nada de aquel tumulto humano: "¡Carlos, amigo!". Tras eso, comenzó a hablar en una lengua en la que nunca antes lo había escuchado hablar: en alemán. Apenas dijo diez palabras, pero fueron suficientes para que aquellas personas, que luchaban por salvar su vida, cesaran en su empeño y se echaran a un lado, para dejarme acercarme a él por última vez.

    Lo que vi era dramático, tras una puerta arrancada de cuajo, y un interior completamente deformado y con sus escasos airbags saltados, descansaba Giorgio, aún atado al asiento gracias a los arneses de seis puntos. Su pierna izquierda estaba parcialmente amputada, y los trozos desmembrados de músculos y huesos se perdían entre el acero aún caliente del chasis destrozado. Temblaba de arriba a abajo, convulsionaba y tenía el rostro aún más pálido de lo que su fuerte tratamiento lo dejaba. Giró la cabeza hacia la izquierda, retirando la vista del frente y me miró a los ojos, con una intensidad más bien nula y con evidencias claras de que se iba a marchar en breves. Con una voz casi de ultratumba, me dijo: "Acércate, hijo". Le hice caso y miré con estupor como todos se alejaban del lugar, algunos incluso quitándose los guantes y la mascarilla. Ellos habían tirado la toalla, mi nivel de alemán y mi "fino" oído no dieron de sí lo suficiente para entender qué les había dicho, pero tuvo que ser algo contundente, pues cambiaron de actitud en cero coma.

    La carrocería de color blanco, se veía teñida del rojo de su sangre. A su lado, la sangre que donaba cada vez que me lo permitían, me parecía una cantidad despreciable. En mis años como profesional de la medicina no había visto cosa igual, y me tocó vivirlo de cerca, de una de las personas a las que más quería. Trate de hacerme el fuerte mientras le agarraba la mano, pero las lágrimas me salían solas. Desde lo alto de la curva, ya al otro lado de la valla (dentro del circuito), el grupo de médicos nos miraban horrorizados, sabiendo que poco más podían hacer por él. Lo primero que hice fue fijarme en su pierna (o en lo que quedaba de ella), pero aparte de eso, estaba sangrando por los oídos, y por debajo del casco blanco, brotaba el sudor, casi a chorros. Estaba ardiendo, estaba desangrándose, estaba muriéndose, pero sonreía. Sin más, comencé a hablar con él, exprimiendo sus últimos segundos en la conversación más profunda y transcendental que se me ocurrió:

    - Ey tío, no te preocupes, te vas a poner bien, ya verás - lo mejor que se me vino para arrancarle unas palabras.
    - No me voy a poner bien, ¡Voy a morir aquí! En el bosque del Karrusel... ¿No es maravilloso? - apoyo su cabeza contra el respaldo, cerró los ojos y continuó con su enorme sonrisa.
    - No te puedes ir Giorgio, no así - retiré un momento la mirada de su rostro, no podía soportar aquella visión. Lo que había detrás de mí era aún peor. No pude evitar recordar las tardes en el jardín limpiando con mimo y delicadeza cada detalle del coche. Ahora estaba todo roto en mil pedazos, estaba desintegrado, mi vida deshecha y mi mejor amigo me agarraba cada vez con menos fuerza la mano.
    - Siempre soñé con este momento. Siento mucho lo del coche, no quería estrellarlo, no sé qué ha pasado.
    - ¡Al coche que le den por culo! Por favor, aguanta un poco más, seguro que los bomberos vienen en seguida y te sacan de aquí - en realidad mentí, mi coche era más que eso. Había dado sentido a mi vacía vida, y era el único colchón económico que tenía para salir de aquella situación. No me estaba despidiendo de un amigo, me estaba despidiendo de dos. Pero quise hacerle ver que me daba igual, quería que muriera con la conciencia tranquila.
    - No me mientas, sé que era lo más importante para ti. Escucha, en mi bolsillo izquierdo hay una cosa, es toda tuya - busqué en el pantalón y me encontré con una pequeña llave, acompañada de un llavero de plata con unas coordenadas - no sé si te servirá de algo, pero te las has ganado.
    - Giorgio, no cierres los ojos, ábrelos por favor, ya mismo vienen... - me soltó del brazo y, escuché por última vez su voz, y aquel acento italiano tan particular.
    - ¿Hueles eso? Me gusta ese olor. Me están esperando por allí arriba, no puedo entretenerme más. Gracias por permitirme morir en el cielo, no voy a cansarme mucho en el trayecto, está aquí al lado. Me has dado todo cuanto tenías, ahí tienes todo lo que yo tengo - agarré fuerte la llave mientras le dedicaba una sonrisa -, no sé si será suficiente. Y recuerda, no esperes a tener 70 años y una enfermedad terminal para disfrutar de la vida, vive mientras puedas. Adiós amigo, adiós.
    - Adiós, buen viaje, y no corras mucho. - soltó una leve carcajada y cerró los ojos. La sangre dejó de fluir de sus oídos, y su respiración, profunda y pausada, cesó rápidamente. Su temperatura corporal bajó, y en unos minutos, su piel se quedó fría, casi congelada. Los rayos de Sol pasaban a través del cristal roto en mil pedazos, y daban a su rostro un tono anaranjado, parecía estar durmiendo.


    Dejé de llorar, pude tragarme el nudo de la garganta y volví a respirar con facilidad. El silencio circulaba entre los árboles y sólo se rompió con la llegada de un camión de bomberos. De él se bajaron cuatro o cinco hombres con casco y sus respectivos uniforme. Entre dos llevaban una motosierra y otro traía una enorme palanca. El primero en llegar a la altura del coche, me agarró del hombro y me tiró hacia atrás. Estuve como medio minuto tirado en el suelo, aturdido y mirando a aquel mar de hojas que formaban las ramas de los pinos. Los escuchaba hablar entre ellos, nerviosos pero bien compenetrados. Yo pensaba para mí mismo: "¿Pero qué hacéis? Él ya se ha ido, ahí dentro no hay nada". Me levanté mientras que ellos seguían cortando lo poco que quedaba del coche: apenas el chasis y un par de paneles de la carrocería. Me dolía como si me estuvieran cortando a mí, así que me di la vuelta y traté de no pensar demasiado en ello.

    Fue entonces cuando se me volvió a cortar la respiración; por primera vez, Paco no llevaba la razón. No era un envidioso, no era alguien aburrido, no era un bromista, era un asesino. En la base de un árbol, junto a un trozo de freno de disco perforado, descansaba aquella macabra garrafa de aceite Mobil. De su interior salían un par de rosas blancas. Y sobre la etiqueta, un post-it en el que ponía: "Te dije que ese cacharro no me gustaba... Lo que el fuego no mata, te matará a ti". Aquel olor llegó de nuevo hasta mí, accedió a mis conductos nasales y, al llegar a mi estómago, me obligó a vomitar. Nunca lo había sentido tan cerca; me apoyé en un pino y regurgité todo lo que había comido los dos últimos días. Mientras estaba allí, con la cabeza muy cerca del suelo y con la sensación de que mi esófago era un grifo sin cerrar, la sentí a unos centímetros. A aquello sólo se le podía definir con una palabra: miedo. Sabía que era ella, me lo había estado diciendo a través de Peret esos últimos días, no estaba muerta.

    No sabía qué esperar de aquella situación, o bien un golpe que acabara con mi vida, o bien la clemencia al ver que me había dejado sin nada. Una voz, lúgubre y bronca, pero muy aguda al mismo tiempo, comenzó a hablarme, pude sentir su aliento en mi nuca: "No vas a morir, tranquilo.
    Primero tendrás que ver morir a unos cuantos más, no se preocupe, Doctor Carlos". Aquel fétido olor comenzó a disiparse tras eso, se hizo más y más débil hasta que desapareció. Pero su sólo recuerdo me hacía seguir vomitando, mientras que de fondo escuchaba el sonido de la motosierra contra el chasis de acero y unos pequeños matices de lo que parecía un motor bóxer. Una mano se asentó en mi espalda, pero no fui capaz de levantarme para ver quién era. Tras unos segundos, me agarró del brazo y tiró de mi con fuerza, para que me pusiera erguido por completo. Era Paco que, a pesar de mi olor a vómito y mi cara de zombie, me dio un abrazo con toda la sinceridad del mundo mientras que no podía evitar llorar conmigo.

    Tras un par de minutos, sin dejar de consolarnos mutuamente, o más bien, compartiendo nuestro dolor, fui capaz de articular unas palabras: "Aléjate de mí, si no quieres acabar como Giorgio". Él no dijo nada, no podía siquiera hablar. Lloraba desconsolado como un niño al que se le rompe su juguete o se le cae un helado al suelo. Era comprensible, incluso a mí, que no era precisamente un sentimental, se me hizo imposible no llorar.

    Nos sentamos junto a la valla, apoyando nuestras espaldas en ésta. Desde aquella posición, teníamos una vista privilegiada del accidente. Paco y Jaime trataron de sacarme de allí en un par de ocasiones, pero no quería dejar a mi coche, bueno, a lo que fue mi coche, allí. Pude ver cómo los bomberos terminaban de aniquilar lo que quedaba de él. Partieron el chasis en dos y acabaron con lo poco que quedaba de aquella majestuosa silueta. Como un toro al que clavan una navaja cuando no han podido con él, mientras sangra agonizante en el suelo, a mi 911 le dieron la estocada final. Atravesaron su esencia, su corazón, que descansaba tras esa coraza que formaba la jaula de seguridad, y salió volando detrás de Giorgio, para acompañarlo en las curvas que encontrara por allí arriba.

    Lo vimos todo, desde como sacaban al italiano de allí, hasta como contaba Rafa (el chico del 997) lo ocurrido a los comisarios. Pude hacerme una imagen mental de lo ocurrido, casi como si lo hubiera vivido yo en primera persona, mientras se lo narraba a ellos:

    "Encaré la recta y, justo al salir, me pasó el Rs a toda ostia. Era con diferencia el más rápido de las tandas; iba muy fino, no molestaba a nadie ni ponía en riesgo al coche, simplemente conducía a otro nivel... como si fuera sobre raíles. Pero, no sé, de repente, cuando ya había acabado de adelantarme, lo vi hacer un movimiento extraño, como si hubiera algo sobre la calzada. Clavó frenos y giró hacia la izquierda, o al menos, la dirección lo hizo. Porque el coche siguió recto. Llevaba las ruedas bloqueadas y se puso de medio lado. Trató de enderezarlo soltando el freno pero nada funcionó.
    Sólo por la forma en que trató de controlar la situación, se pudo ver reflejada la desesperación que sentiría en aquellos momentos. Tras eso, llegó a la curva y cogió el peralte de frente. Se levantó del suelo y chocó con la rueda trasera en la valla. Luego desapareció tras ella y sólo podía escuchar el sonido de las vueltas de campana. Somos frágiles como el cristal: entras siendo el más rápido, y sales con los pies por delante."

    Rafa fue el único testigo del accidente, y me aseguró por activa y por pasiva que no había visto nada ni nadie arrojando aquel aceite sobre el asfalto. Sus ojos reflejaban el pánico de haber visto algo así, tras unos minutos más con nosotros, cogió sus llaves y se dirigió con mucho miedo hacia su flamante 997 GT3 RS. Salió muy despacio y sin hacer ni por un momento alarde de la potencia que se escondía tras el capot. Estaba traumatizado; fue una de esas experiencias que hacen replantearse a uno si de verdad merece la pena invertir tanto esfuerzo, dinero e ilusión en algo que te puede acabar enterrando. Aquella tarde de Abril, con el Sol ya bajo las copas de los árboles y la suave brisa del Norte, el viejo Nurburgring hizo honor a su leyenda, y se cobró una nueva víctima.


    [​IMG]


    Vimos a una enorme furgoneta de color negro llevarse su cuerpo. Minutos más tarde, fue una grúa la que se llevó aquel montón de chatarra salteada con trozos de carbono al desguace. Una especie de sábana enorme lo cubría, pero no era suficiente para esconder un bella silueta que nunca más volvería a lucir. Paco sacó el Golf del circuito, y lo dejó en la explanada cercana. Después vino a por mí y me dijo: "Carlos, creo que es el momento de irse". La oscuridad reinaba ya en el circuito a esas horas de la tarde, pero mis pupilas se habían adaptado a la ausencia de luz y seguía distinguiendo cada poro del asfalto. Me levanté y lo seguí hasta el coche. Se dispuso a arrancarlo pero le pedí que esperara un poco más. Me senté sobré el capot y simplemente observé la belleza del trazado, sin más. Le dije: "Ven, siéntate aquí un minuto. Al fin y al cabo, no lo volveremos a ver, disfruta de estás vistas, ahora que aún puedes". Me hizo caso y, tardó poco en romper el silencio:


    - Al final, se ha ido haciendo lo que quería... ¡Puto viejo! - como de costumbre, trató de quitarle hierro al asunto, aunque estuviera peor que yo - Y tú... ¿Cómo estás?
    - He tenido días mejores... ¿Alguna vez lo has perdido todo en 10 minutos? No creo que comprendas por lo que estoy pasando - como era costumbre en mí, incluso en los momentos más duros, saqué mi vena egoísta.
    - Te recuerdo que mi vida acabó allá por un ¿6? de Octubre, cuando todo salió jodidamente mal y mi lugar de trabajo durante 20 años se volatilizó, literalmente. Y no sólo eso, tres grandes amigos desaparecieron de repente; de dos de ellos no he sabido nada hasta 6 meses después y de la tercera... en fin, ¡Qué te voy a contar! La vida nos está poniendo a prueba, o luchamos, o dejamos que pueda con nosotros.


    Mientras que él decía eso, yo jugaba con la llave que me había dado Giorgio. A Paco le picó la curiosidad y no pudo aguantar las ganas de preguntarme por ellas:


    - ¿Y eso qué es?
    - Pues no sé, la última del señor Giorgio. Me ha regalado lo que sea que abre estas llave. Supongo que será la casa roñosa de sus padres en la que estuvimos el otro día... en fin, lo mismo me da para pagar las facturas atrasadas, o para pagarme un buen abogado, que lo voy a necesitar - en aquellos momentos estaba fuera de mí, no era más que un desagradecido hablando "en caliente" de más.
    - Déjame verlas.


    Se las di y, entre los árboles, se comenzó a escuchar algo que me resultaba familiar. Me levanté de un salto del capot, y me acerqué a la valla, para verlo pasar de cerca. Paco se metió las llaves en el bolsillo y me siguió. Su cara era de completa perplejidad, mientras que yo seguía observando venir a aquella cosa. Llevaba unos faros amarillos, de los de la vieja escuela, y circulaba muy pegado al suelo. Una mancha clara apareció entre los pinos, y fue directa hacia el Karrussell.

    ¡Era Giorgio con su Miura! Sonreí al verlo pasar y lo saludé con la mano derecha. Giró como un rayo, y desapareció, sin más. Pero me dio tiempo a ver una sonrisa en su rostro, aquella que no perdió ni en el momento de su muerte.

    Continuará...

    http://911memoriasdeunfuturoincierto.wordpress.com/
     
    Última modificación: 14/11/12
  12. Carlosupercars

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    Nuevo capítulo, espero que os guste ;) Cualquier fallo/queja, por aquí estoy.
     
  13. Carlos911

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    Buenos días!

    Gracias por el relato! cada día estoy mas enganchado a esta historia.

    PD: Quiero mas!

    Saludos
    Carlos
     
  14. Superbross

    Superbross Soloporschista

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    Tremendo, joder me has sacado alguna lagrima, ahora tengo ganas de pilotar lo que seguro que enciende esas llaves de Giorgio.
     
  15. SOULFLY

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    Degusto cada linea con un placer que no te imaginas. Sobre el final de RS unicamete diría, que gladiador dignamente muerto en la arena, es gladiador recordado. A ver a donde nos llevan esas llaves...

    Enhorabuena.
    Rober
     
  16. J. Ignacio

    J. Ignacio Senior

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    Buenos dias a tod@s
    ¿ Veis ? , si no le posteais , escribe antes los capitulos :Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth:
    Gracias por estos ratos de acongoje :[angel], casi me sabe mal el desayuno bufff , la piel de gallina me as puesto
    Atentamente
    J. Ignacio
     
  17. Damocles

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    Esas llaves arreglan la historia ya vereis :D
     
  18. ATM

    ATM Soloporschista

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    Bestial el capitulo, cada vez mas enganchado a tu historia Carlos, y menos tuenti y menos salidas y asi nos pones otro capitulo antes :[angel]:Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth::Smiling Face With Open Mouth:

    Un saludo, y estaremos atentos :Popcorn:
     
  19. SOULFLY

    SOULFLY Soloporsche Expert Engineer

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  20. joschelito

    joschelito Soloporschista

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    Me tienes enganchado!!!!:Popcorn::Popcorn: QUIERO MÁSSS!!!
    y ahora si que me callo:[amen]:[angel]