Viaje a Italia: De Maranello a Florencia y alguna cosa más

El Ferreras y otros muchos mas bastantes polvorientos....

 

Pues seguimos atentos al kiosko esperando al próximo fasciculo!!

 

qué envidia sana me da este viaje!!!!! felicidades y gracias por esas espectaculares fotos!!!!!

 

De nada :)
El siguiente fascículo va bien. Las fotos ya están listas. Creo que mañana sale publicado

 

Viernes 20 de Septiembre: Tres iglesias

Ultimo día en Florencia. Penúltimo día de correr la banda por el frío mármol de la ducha de Villa Antea. No sabemos si alegrarnos o sentirnos un poco tristes ante esta actividad a la que hasta hemos cogido cariño. Intuimos que la cosa tonifica y hoy que amanece un día completamente despejado lo asimilamos casi como un divertimento. He hablado a lo largo de estos días de Villa Antea. No sería justo marcharse de Florencia sin tomar un par de fotos del sitio:

La placa del exterior del hotel:



Un detalle de marketing cultural:



Parte de la terraza-jardín:



Recepción:



Escaleras a las habitaciones:



Exterior del edificio:



Hemos pasado algo de fresco en este hotel, pero la verdad es que lo recordamos con cariño. Trato inmejorable, cercano y muy bien situado. El precio es un poco alto, a 230 Eurazos por noche incluyendo desayuno, pero los precios de los hoteles en Florencia van en consonancia con la ciudad. A igualdad de categoría son claramente más altos que en Paris, creo que no hace falta añadir mucho más. Os paso enlace a la Web del Hotel. Esta es una galería de fotos del sitio. La ducha más grande es la correspondiente a nuestra habitación.

Como es ya costumbre, nos llaman un taxi y rápidamente entramos en conversación con el taxista. Mañana sábado comienzan los mundiales de ciclismo y se me ocurre que no es mala idea preguntar como afectará eso al tráfico en la ciudad.

“Es el fin del mundo para Florencia. En esta semana Florencia dejará de existir”, afirma el taxista con poco optimismo.
“Bueno, no será para tanto”, digo con una sonrisa.

El taxista también sonríe y me enseña un “pack” de unos cuarenta folios que el ayuntamiento de la ciudad ha pasado a cada taxista donde se informa perfectamente del calendario de pruebas, el horario, las calles que se cierran, a que hora se cierran, a que hora se vuelven a abrir. Todo está en el pack. El taxista lo hojea a dos manos sin parar de conducir ni de hablar. Me lo pasa para que le eche un vistazo. Lo cojo y así al menos el taxista puede coger de nuevo el volante. La verdad es que es un pack muy bien hecho. Se lo devuelvo. Lo coge de nuevo con dos manos y lo vuelve a ojear mientras comenta resignado “y además tenemos que aprenderlo de memoria. El fin del mundo para Florencia” (esto último mientras agita el pack en el aire). “Si fuese un día o un fin de semana, sería posible sobrevivir, pero una semana entera … ah, el fin del mundo”. Mientras va expresándose me doy cuenta de que no tiene ni entonación ni expresión de odio hacia las autoridades. Se trata más bien de una crítica hecha con buen humor.

Como era de esperar, Florencia sigue en pie, pero aquello debió de ser Troya durante esa semana. Le preguntamos que tal lo tenemos nosotros para marcharnos al día siguiente a las diez de la mañana y enseguida nos tranquiliza dándonos incluso la estrategia de ruta: Todo seguido durante tres manzanas, entonces a la derecha y de nuevo a la derecha otra vez. Desde ahí todo seguido y enseguida se llega a la autopista. Sentimos cierto alivio.

Llegamos a los pies de la Basílica de San Lorenzo. En la plaza del mismo nombre hay un mercado ciertamente famoso, pero según el timing que tenemos y el horario de las iglesias, no tenemos tiempo para el. Aquí tenemos el aspecto de la fachada principal de la Basílica:



Como no podía ser de otra forma, se trata de un encargo de los Medici (para ser más exactos, los Medici recogieron el esfuerzo de ocho familias florentinas que querían hacerse una iglesia con ocho capillas, pero no les llegó el dinero, os recuerda esto a la historia del Palacio Pitti?). El arquitecto fue Bruneleschi, el cual era ya por aquel entonces el arquitecto estrella de la “familia”. Como podéis observar en la foto, la fachada carece de ornamento y permanece inconclusa. Fundamentalmente una cuestión de presupuesto.

La entrada, como no, no es gratuita. Hay que ir a una esquina para sacar los tickets y a la otra esquina para entrar. En realidad se trata de un circuito establecido donde lo primero que se visita es el claustro. Al fondo se aprecia la cúpula de la Catedral situada bastante cerca de San Lorenzo.



Desde el claustro se accede a la Bilioteca Laurenciana (también de los Medici) tras subir dos conjuntos de escaleras. El primer conjunto está formado por unas escaleras vulgares y corrientes. El segundo conjunto son las escaleras más famosas de Florencia:



Estas se me habían quedado en el tintero en mi anterior visita relámpago a la ciudad en el 2002 y las tenía como un “must see” en este viaje. Había oído hablar mucho de ellas. Sabía que eran obra de Miguel Angel (aunque realizadas por Bartolomeo Ammanatti, otro artista del renacimiento, autor también de la Fuente de Neptuno en Piazza Signoria que ya hemos visto) y había visto fotos mediante las que me preguntaba el porqué de tanta fama si total se trata de una escalera de no mas de quince o veinte peldaños, por más que tenga tres tramos, muy artísticos ellos.

No hay nada mejor que tocar y ver in-situ para estas cosas. No había leído en profundidad sobre esta escalera, pero al tenerla enfrente te das cuenta no solamente que está hecha enteramente en mármol gris (eso ya lo sabía), sino que la escalera adquiere formas escultóricas. La percibes no como un elemento de circulación arquitectónica, sino como una escultura por la cual puedes transitar. Son algo espectacular, incrustadas en el vestíbulo de la biblioteca. Aquí tenemos otra perspectiva de las escaleras y del vestíbulo:



Una vez subida la escalera llegamos a la biblioteca, donde una funcionaria escruta a cada uno de los visitantes como si fuéramos a llevarnos los incunables:



No puedes caminar sobre el suelo de terracota bajo pena de que la funcionaria se te eche encima. Hay que hacerlo por unas alfombras situadas en los laterales del pasillo. Detalle de los bancos y mesas de lectura de la biblioteca:



Artesonado de la biblioteca:



Perspectiva desde el otro extremo:



Y aquí la Tribuna D’Elci, la cual es un añadido del siglo XIX a la biblioteca:



Volvemos a la Basílica. Al estar los dos edificios juntos, con el mismo ticket te dan acceso a todo el conjunto. El interior es mucho más rico que el exterior. Se trata de una basílica con planta de cruz. La nave central, cuyo eje de simetría aparece remarcado en el suelo, está separado de las dos naves laterales por un conjunto de arcos de medio punto apoyados sobre columnas de fuste listo y capiteles corintios. En el transepto aparecen pilastras en vez de columnas donde los fustes son estriados y la iluminación se consigue mediante un conjunto de óculos repartidos a lo largo de las naves laterales. Arriba tenemos una artesonado con casetones cuadrados sobre la nave central. Vale, dejémonos de cháchara y veamos todo esto con un par de imágenes:





Terminamos nuestra visita a la Basílica de San Lorenzo. Nos ha gustado mucho, tanto la Basílica como la Biblioteca. Próxima parada: La Iglesia de Santa María Novella.

Para esta, situada a poco más de medio kilómetro, no merece la pena coger un taxi y nos ponemos a caminar por el centro de Florencia. Hoy pega el sol fuerte y hace calor, bastante. Y no os he hablado todavía sobre los mosquitos.

Me había ido fijando en todos los días anteriores que muchos turistas, especialmente la gente que va en pantalones cortos, tenían unas ronchas enormes, con forma que recordaba a la de un volcán. En muchos casos el “cráter” seguía abierto, con mal aspecto, para que me entendáis. Como no podía ser de otra forma pregunté a Diletta en Villa Antea si es que existían mosquitos en la ciudad? Pues vaya si existen, “se trata de mosquitos tigre” me dijo con voz de preocupación. Yo me los había imaginado provenientes del río Arno, pero no, son de origen asiático y tienen una mala leche de mucho cuidado. Han colonizado Italia entera, pero aquí en Florencia parecen andar por todos los lados. En plan preventivo, y aprovechando que al lado del Café Scudieri hay una farmacia, había comprado ayer por la tarde un repelente contra mosquitos, asi que toca remangarse y echarse el spray por brazos y por encima de los calcetines. La sensación es de frescor y de un olor bastante agradable.

Por cierto, abro paréntesis sobre los mosquitos: Lo peligroso no son los mosquitos sino las mosquitas, ya que necesitan proteínas para alimentar a los huevos que incuban y esas proteínas las obtienen de la sangre de los mamíferos. Nada que objetar. Cada uno se busca la vida como puede. El problema es que en el acto de perforación de la piel y acceso al vaso sanguíneo estos insectos pueden transmitir virus de los de mala leche: El dengue, la fiebre amarilla, etc. Parece ser que hace unos años hubo varios casos en Ravenna de transmisión de la fiebre chikungunya, algo de muy mal rollo. Se explica ahora que todas las ventanas en Villa Antea disponen de malla antimosquitos. Y hablando de picaduras: ¿conocéis ese dicho popular que dice que si tienes una abeja cerca esta no te pica si sacas la lengua?

No es coña. El dicho existe, y existe también cierta explicación: lo más normal, especialmente en niños, es que si sacas la lengua no respires mientras la tengas fuera. Y de esta forma no emites CO2, gas al que son extremadamente sensibles tanto las abejas como las avispas como los mosquitos. Para todos ellos el CO2 es un marcador de un objetivo, tanto para identificar a un agresor (por ejemplo un mamífero atacando un panal) o a una posible víctima. De aquí que un mosquito te puede “encontrar” perfectamente mientras duermes en la más completa oscuridad.

Cierro este paréntesis y vuelvo al paseo por Florencia. La caminata no se hace pesada, al menos hasta llegar a la Plaza Santa Maria Novella donde apenas hay sombra y el sol castiga con fuerza. En el camino nos encontramos la libertad que existe para aparcar bicicletas. Ya sabeis que quién conduce bicicletas tiene patente de corso para hacer lo que quiera, que la ley no suele ir con ellos:



Qué opción queda? Caminar por la calle, claro (esa calle no era peatonal). Llegamos a la Plaza:



Como podéis ver, y a diferencia de la Basílica de San Lorenzo, la fachada principal de Santa María Novella está fuertemente ornamentada. De hecho una comparación de ambos edificios nos enseña como se realizaba constructivamente la terminación de una iglesia. Dicho en términos de muy de andar por casa: la fachada de Sta. María Novella es parecida a la de San Lorenzo pero alicatada hasta arriba. El ornamento, en su aspecto cromático, está logrado mediante la combinación de mármol verde y blanco, casi casi los colores patrón que ya habíamos encontrado en la Catedral y en el Baptisterio.

Lo más característico de la fachada son las volutas laterales, el frontón superior (forma triangular), el rosetón, el arco de medio punto sobre la puerta principal y los arcos decorativos laterales organizados simétricamente. En otras palabras: que todo está bastante bien compuesto y organizado y la fachada luce de narices.

Si comparamos de nuevo la Novella con San Lorenzo, vemos que existe un mundo entre las dos fachadas, pero las cosas cambian enormemente cuando pasamos al interior. Novella nos dice poca cosa por dentro, al contrario de la riqueza arquitectónica de San Lorenzo. Foto del interior:



Lo más característico es el gigantesco crucifijo, una de las primeras obras de Giotto, hecho con tempera y oro sobre tabla de unos cuatro por seis metros. Curiosamente existe una sociedad florentina de amigos del arte y tenemos la suerte de que su director está dentro de la iglesia explicando el arte de la misma. Según comenta, todos los miembros contribuyen gratuitamente a la asociación y su misión no es otra que explicar a los turistas los monumentos de la ciudad. Se tira el hombre unos diez minutos hablando sobre Santa Maria Novella y acaba transmitiendo un abrazo de despedida a una de las mujeres sentadas en la primera fila, a modo simbólico, añade, para transmitir el abrazo a todos los que estamos escuchando, en un símil a lo que hace un director de orquesta felicitando al solista. Felicitación que de esa forma se entiende extendida al resto de la misma. Se agradece muchísimo el espíritu de esta asociación, el cual nos confirma la amabilidad florentina con el visitante.

Una vez vista la Novella es ya hora de comer. Existen varias terrazas en la Plaza, casi todas llenas o dándoles el sol de forma feroz, así que ponemos nuestra mirada en una que está casi entera a la sombra, tiene sombrillas, tiene chill-out y en general, tiene muy buena pinta. Cuando llegamos, vemos que se trata de la terraza-lunch del antiguo Hotel Roma, cambiado de nombre, reconvertido en un hotel boutique y elevado a la categoría de cinco estrellas. La carta es de precio más elevado que el de las otras terrazas, pero nos sentimos atraídos. Aspecto de la terraza:



La vista de la plaza que tenemos desde la terraza no puede ser mejor:



Para comer me llama la atención un plato de la carta que describen como tres mini-hamburguesas con ensalada a las tres salsas. Hace dos o tres días que no como carne (no soy vegetariano pero en casa preferimos comer carne solo dos o tres días a la semana) y la verdad es que me apetece. El maitre es agradable, pero es sudamericano y habla español. Ya se que es difícil de entender, pero prefiero utilizar el italiano para todo. Es una oportunidad siempre de practicar y aprender. No me voy a extender mucho en esto, pero siempre tengo claro que cuando viajo intento traerme el máximo de cosas posibles para casa, y una de las cosas que considero que más valor tiene es el lenguaje. En este caso, y ya que no hay “plática” en italiano, al menos me doy un buen festín de carne y de salsas. Tiramisú de postre, que es la costumbre.

Mientras tomamos café pasa a velocidad de zona semipeatonal un chaval de veintipocos subido a un Lexus que se ve nuevecito. Se encuentra con una ragazza de excelente ver, para el coche y conversan un poco, él sin bajarse. Lleva una camiseta blanca, gafas de sol y el brazo extendido por fuera de la ventanilla. Justo al decir “ciao” la ragazza le dice a modo de despedida olvidada “ah, bella machina”. El chaval responde “grazzie”, con una sonrisa de oreja a oreja mientras emprende, muy despacio, la marcha. Coño, que bien esta eso de ser joven, sentirse a gusto con el coche, e ir sonriendo a ragazzas.

Nuestra próxima estación es la iglesia de la Santa Croce, la cual, como recordareis, habíamos intentado visitar hace dos días sin éxito debido al horario. No nos sucederá hoy. Cogemos otro taxi (hay una parada de taxis en la propia plaza, a menos de veinte metros de donde estamos) y enseguida nos deja en la plaza de la Santa Croce.



El aspecto general de esta plaza es de estar menos cuidada que otras zonas del centro de Florencia y en general la sentimos un pelín mas cutre. El ambiente también lo es. No es una zona en absoluto degradada de la ciudad, no quiero decir eso, pero la diferencia existe.

Respecto a la Iglesia, y como buen monumento nacional que se precie, hay que pagar. Como es costumbre, no está la ventanilla de venta de tickets al lado de la entrada, que va, faltaría más. Hay que ir de nuevo hasta casi el otro extremo del edificio y volver a desandar lo andado hasta la puerta de entrada, la cual ni mucho menos es la puerta principal. Por cierto, en Santa María Novella era la misma música, que se me había olvidado comentarlo. Aquí teneis una foto de la fachada principal:



Dejando aparte las consideraciones de tipo arquitectónico, lo más importante de esta iglesia es que se trata en realidad de un mausoleo de primerísima categoría, en cierto modo superior al mismísimo Panteón de Paris. En esta iglesia están enterrados entre otros, Galileo, Miguel Angel, Vasari, Ghiberti y Maquiavelo. Por cierto, Maquiavelo parece ser que fue un buen tipo, pero la familia Medici le hizo unas cuantas p****s, de forma que al hombre le cambió el carácter y probablemente su visión de sociedad. De ahí sus escritos sobre teoría política. Sus ideas parecen estar hoy en día en plena vigencia, por cierto. El que no está enterrado es Dante, al que también exiliaron. Este está enterrado en Ravenna, pero da igual, también le han puesto un sitio destacado en la Santa Croce. Veamos fotos:

Aspecto general:



Tumba de Galileo:



La de Miguel Angel:



El homenaje a Dante:



Una perspectiva del interior:



La de Maquiavelo:



No podía faltar una foto del suelo de la iglesia:



Otra perspectiva. Siempre me fastidia cuando existen obras:



Para que veais si esto es panteón o no:



Una capilla:



Foto del claustro:



Ya saliendo, con el campanario de la iglesia a la izquierda:



Salimos de la iglesia y tomamos algo en una terraza para sobre todo recuperar líquidos. El calor sigue y no hay que dejar que al cuerpo le falte agua. Tras la “reparación” ya es hora de coger un taxi para ir al hotel a preparar la maleta y arreglarse un poco para ir a cenar. Mientras esperamos en la parada, aprovecho para sacar unas instantáneas de gente pasando en bicicleta:





Una vez en el taxi sacamos la conversación del tiempo con el taxista. Nos comenta que desde mediados de Julio a mediados de Agosto no son de extrañar los 40-43 grados de máxima, con mínimas nocturnas de 30-32, lo cual me suena a un poco de exageración pero me lo callo. Nos describe también que a veces sopla el siroco desde Africa, arrastrando cantidad de arena de Libia y Túnez. A veces aparecen los coches con una fina capa de arena por encima. Me lo tomo con una pizca de sal. De una cosa a la otra pasamos a la política, de la cual se habla en Italia tanto como aquí:

- “¿Como podemos haber tenido 20 años a un cretino por gobernante? Parece que al fin ya no le sufriremos mas”, dice.
- “Nosotros si que tenemos unos políticos pésimos en España”, comento.
- “Ah, no, en España tienen ustedes unos políticos soft comparado a lo que hay aquí”

Entramos en economía. No falta alguna mención a Alemania:

- “Los alemanes son el pueblo más triste del mundo. Nosotros los mediterráneos somos muy diferentes, amamos la vida” … “Y la Merkel … está logrando lo que no pudo hacer Hitler, la total destrucción de Europa”
- “si, si, si”, tiro de la lengua
- “Ya hemos visto lo que han hecho con Grecia. Por favor,… son la cuna de toda la cultura occidental, de las matemáticas, del arte … alemanes, Merkel, que tristes son”

Sobra decir que acompaña todos sus comentarios con gestos grandilocuentes, cual orador que ha cambiado el estrado por un volante. Llegamos al hotel después de comprobar que la forma de pensar italiana es prácticamente idéntica a la forma de pensar española.

Tras preparar maletas y demás intendencia damos nuestro paseo habitual hasta el restaurante en Via Puccinotti, 2. Apenas puedo cenar, ya que en un error de viajero principiante me había puesto de salsas hasta arriba con las hamburguesas de la mañana y tengo un empacho tremendo. Pido algo de pescado muy ligero y una manzanilla. No me entienden muy bien pero me traen una variedad de infusiones de Twinings para que escoja. Me tomo la manzanilla y me sienta estupendamente. Al meterme en la cama ya me encuentro prácticamente como nuevo y la noche se me pasa en un instante.

Mañana salimos hacia Pisa.

 

JAJAJAJA Mi pueblo!

 

Sábado 21 de Septiembre: Pisa

Nos levantamos pronto. Desayunamos rápido. Pagamos rápido. Bueno, no tanto. Nos dicen que la cuenta es tanto y los impuestos son tanto. Sacamos la tarjeta de crédito y nos dicen que si podemos pagar los impuestos en cash. Ah no, después de la pastizara que estamos dejando, tonterías con el fisco las justas, así que todo a la tarjeta. Punto este el único que no nos ha gustado de Villa Antea.

Cuentan las guías de viaje que Florencia es la ciudad de las dos alegrías. O de las dos sonrisas. Llegas siempre alegre de haber llegado y te vas feliz y contento de por fin poder irte. Vamos a explicar esto: Creo que no existe mayor concentración de arte (hablo de densidad) en el mundo como en Florencia, pero cuando pasas unos días en los cuales quieres verlo todo el palizón es tremendo. Es parecido en este aspecto a Paris, con la diferencia de que a no ser que seas un poco de mente espesa sabes de antemano que Paris no te lo acabas en una vida, pero Florencia es más finito. Por tanto cualquier visitante quiere beberse la ciudad entera y como suele suceder con los destilados potentes la borrachera está asegurada. Algo de esto nos ha pasado. Hemos dejado alguna cosa en el tintero, pero hemos intentado exprimir la ciudad al máximo, hemos hablado mucho con los florentinos y, parafraseando a Kennedy, parafraseándole mucho, podemos decir eso de “Oggi siamo fiorentini”.

Seguimos las indicaciones que ayer nos había dado el taxista para salir de la ciudad y vemos con alegría que coincide perfectamente con el navegador a bordo. Si que es verdad que se va uno contento de aquí. Nos llevamos tantas cosas que hasta nos llevamos un poco del acento, que dicho sea de paso, dicen que es el acento del más puro italiano. Las pruebas del campeonato del mundo de ciclismo no nos afectan lo más mínimo y enseguida nos encontramos en la autopista camino de Pisa.

La distancia a recorrer es bien pequeña y no llega a 100km, así que llegamos a la ciudad de la torre inclinada sobre las once de la mañana. El hotel de destino es el “4Rooms”, un bed & breakfast que no tiene ni de lejos la opulencia ni el brillo de Villa Antea, pero está cerca (al menos sobre el papel) de los monumentos típicos y el precio es de cartera relajada, la cual, a estas alturas del viaje tiene ya el suficiente stress como para tratarla con tila. Llamo por teléfono a Lucca, el dueño y me dice que tardará sobre un cuarto de hora en llegar, pero que nos recibirá su mujer. Perfecto, sin problemas.

Llegamos y el primer problema es importante. El hotel tiene aparcamiento. Bueno, a ver, el hotel está en un primer piso y en los bajos hay una oficina bancaria. El aparcamiento es del banco, pero en una de esas coexistencias italianas tan chocantes existe un acuerdo para que los clientes del hotel puedan utilizar el aparcamiento del banco. El caso es que el ancho de la puerta del aparcamiento debe de estar modulada a un ancho de 2,00 metros. Es decir, dos metros exactos de toda exactitud y el C6 mide 1,86 metros de ancho con los retrovisores plegados. Quedan pues siete centímetros libres a cada lado del coche y son casi cinco metros de coche lo que hay que meter. En otras palabras: puedes entrar pero hay que emboquillar perfectamente. Si no entras perfectamente perpendicular no pasas, por no hablar del masaje que le das a la carrocería.

“Bueno, pues emboquillas bien y ya está”, parece que hasta oigo comentar. Ya, pero es que a la entrada del aparcamiento no accedes desde una calle normal, accedes directamente desde una carretera. Y hay tráfico. Y a estas alturas del día el sol pega de narices y hace calor. Bueno, vamos allá, no queda otra que pensar que si alguien tiene que esperar, aunque sea en una carretera, no tenemos nosotros la culpa sino esa maldita puerta de dos metros de ancho. Echo mentalmente vaselina al coche. Piano, piano y por fin estamos dentro. Freno de mano. Es eléctrico pero lo que me viene a la cabeza es tirar de la habitual palanca hasta arriba. Con mala leche. De aquí no se mueve el coche hasta que nos marchemos de la ciudad.

Nos recibe, como nos había contado Lucca, su mujer. Es polaca y la notamos un poco nerviosa, debido probablemente a que no habla inglés y le llegan dos huéspedes extranjeros, pero enseguida se alegra al ver que chapurreamos el italiano con buen divertimento. También está nerviosa debido a que la acompañan sus dos hijos, los cuales tendrán unos ocho años el mayor y unos cinco o así la pequeña. Son unos hijos preciosos y bulliciosos hasta el punto de que son la representación gráfica de los que los anglosajones describen como “hacer círculos entorno a …”. Bueno, pues estos hacen círculos entorno a su madre y enseguida, en torno a nosotros. El mayor no se calla hasta que le dejamos subir al menos la bolsa del equipo fotográfico a la habitación. La peque hace los mismo con una bolsa del Corte Inglés donde van un par de camisetas. La madre no sabe donde meterse con todo el jolgorio que se ha montado. A nosotros nos encanta. Esto si que es un recibimiento lleno de vida.

La habitación no es una del Ritz precisamente, pero es completamente digna, y el baño es prácticamente nuevo, todo absolutamente limpio. Llega Lucca, un italiano alto, delgado, puro nervio. Se explica uno enseguida el porque sus hijos parecen poseídos por el espíritu de la tarantella. La comunicación es fluida y vuelve a explicarnos todas y cada una de las cosas que nos ha explicado ya la mujer sobre la habitación, el baño, los mandos para la televisión, el TDT, el aire acondicionado y todo lo que puede explicarse sobre una habitación de hotel. Le preguntamos sobre un restaurante para comer más tarde y enseguida coge el móvil y nos hace la reserva.

Perfecto. Organizamos un poco nuestras pertenencias, nos ponemos las cámaras al cuello y bajamos a ponernos en marcha. Gentío. Como en Florencia, o peor, ya que Pisa concentra todo su turismo en la Piazza dei Miracoli, donde se encuentran el Baptisterio, la Catedral y la famosa Torre. Aquí los tenéis, ordenados de Oeste a Este:



Aquí una vista del Baptisterio. Huelga decir que lo habitual en la gente es hacer la posturita “sosteniendo la Torre”. Hablaremos más adelante sobre eso:



Detalle de la parte superior:



Fachada de la catedral. Fijaros en todos los arcos de medio punto sostenidos por columnas dejando retranqueado el muro de la parte posterior. Es la primera vez que contemplaba un juego de formas con ese estilo. Absolutamente llamativo:



Aquí se ve aún mejor:



Y la Torre:



Detalle de cómo apoya la base en el suelo:




Como es de suponer, la inclinación de la Torre se debe a que en aquella época no se hacían estudios geotécnicos del suelo y se asumía por lo general que cualquier edificio se podía edificar sobre cualquier suelo. Estamos en el año 1173 y lo que iba a ser el campanario del conjunto de catedral y baptisterio se proyectó con solo tres metros de cimientos para más de 50 metros de altura. Bravo! No queda aquí la cosa. Cuando la construcción iba por el tercer piso, de los siete que finalmente se erigieron, ya se observaba claramente que aquello se inclinaba hacia el Norte. La solución fue esperar un siglo a ver que pasaba. Lo que pasó es que el invento no se inclinó más durante ese tiempo, asi que, porqué no seguir adelante? La torre se termina finalmente en el año 1370, a base de ir colocando más piedra en unas zonas que en otras, intentando que tales medidas funcionen a modo de contrapeso. A lo largo de los siglos se siguen haciendo intentos de estabilización. En 1934 Mussolini decide que eso no puede seguir así y apremia a una solución técnica, la cual no hace sino empeorar el estatus de la torre. No es hasta el reciente 1999 cuando la torre queda bien amarrada en el subsuelo. Chapuza arquitectónica? Hasta cierto punto. Se podrán criticar los achaques estructurales, pero lo cierto es que la torre lleva 800 años en pie y genera anualmente unos ingresos a la ciudad que ya quisiéramos muchos. Es la torre más famosa de Italia y una de las más famosas de Europa. Hace falta decir más?

Volvemos a la manía de la gente haciéndose fotos para lograr el efecto “sujeta-torre”. Todo el mundo lo hace. En cualquier postura siempre que se consiga el efecto adecuado. Nosotros pasamos. Bueno, he de reconocer que se me pasa por la cabeza efectuar la pose que Pereña comentó de forma tan sagaz al contemplar con detalle la caricatura que me hicieron en Florencia, pero me riñen rápidamente por semejante idea, tan impura ella, y me quedo sin foto. En cualquier caso ahí dejo la idea. Si hay que sujetar visualmente la torre, al menos hacerlo con originalidad.

Como veis, existe verdadera fiebre por hacer la foto típica:



De todo lo visto, el más profesional era un chino, el cual tensaba todo el cuerpo en un acto de verdadero esfuerzo. Postura heroica digna de alguna dinastía asiática, sin duda:



Llega el hambre y desandamos toda la Plaza de los Milagros para irnos al restaurante donde Lucca nos ha reservado mesa, “La Taverna di Emma”. Pega el sol de narices y más aún que hambre tenemos sed. Entramos y a primera vista la cosa tiene algo de pinta de tugurio. A la derecha, la mesa donde comeremos:



Como pasa muchas veces en esto de la restauración, las apariencias engañan y comemos estupendamente bien. De las mejores comidas que hemos hecho durante todos estos días en Italia. Tomamos café después del postre y al hotel a descansar un ratito para rematar la visita más tarde.

Son ahora algo menos de las cinco de la tarde y la temperatura ya ha bajado. Por cierto, los mosquitos me han picado, pero claramente no han sido los mosquitos tigre. Tendré sobre ocho picaduras repartidas entre brazos y piernas, pero es bastante llevadero. En Pisa también hay mosquitos. El rio Arno también abraza esta ciudad y en las ventanas del hotel hay mosquiteros instalados de forma permanente.

Contraluz del Baptisterio:



En cuanto a su interior, pasa algo parecido con el de Florencia: es mucho más notable su exterior, pero como este era desconocido para mi, pagamos la entrada para echar un vistazo:



Parte superior:



Toca entrar a la catedral. Por la mañana ya habíamos estado pero estaba totalmente prohibido hacer fotos, tal vez porque había culto. Y cuando digo “totalmente” quiero decir que había un funcionario que se echaba directamente encima de la gente que intentaba hacer fotos. Le subestimé, confiando en el poco ruido que hace mi cámara, especialmente invisible cuando se dispara desde la cintura. Pues la escuchó. A un pobre japonés que nada más entrar por la puerta saca el iPad para hacer fotos casi me lo masacra al pobre, poniendo su mano enfrente de la tableta. Ahora por la tarde, en este momento, no toca culto. Está el mismo funcionario pero parece que alguien le ha dado un Valium, tal vez el japonés. El caso es que se pueden hacer fotos, aunque sin que se moleste mucho, no se vaya a despertar el “guardián del templo”:

Interior correspondiente a la fachada principal:



Nave correspondiente a la fachada Norte:



Detalle:



Otro detalle:



Perspectiva longitudinal del interior:



Otra perspectiva:



Seguro que os habéis fijado en el artesonado del techo. No recuerdo en que guía he leído que se trata de oro de 24K. Me imagino en este caso que será pan de oro, pero no deja de ser significativo. No me hagáis caso en este detalle ya que puedo estar equivocado.

Otra toma de la Torre:



Vista del conjunto:



La tarde se nos va echando encima y la luz va haciéndose más y más dorada:







Va llegando la hora de cenar. Hoy lo haremos pronto que mañana toca madrugar para salir en dirección Francia. Un par de pizzas en el “Antonietta” nos darán la energía suficiente:



Ya de noche, y de vuelta al hotel, aprovechamos para tomar las últimas fotos de Pisa. La iluminación es algo débil, pero es suficiente:





La última:



Como ha sucedido prácticamente durante todo el viaje es coger la postura en la cama y ponernos a dormir. El colchón de la cama, al igual que sucedía con el de Villa Antea, es de los que se adaptan al cuerpo como un guante. Hacemos pues la horma y no nos enteramos del mundo hasta el día siguiente.

 

Pues hubiera sido la mejor foto del viaje, sin duda!!!

Y casi veo hasta más original y gracioso el que sacaras fotos a los turistas haciendo la "típica pose" que hacerla tú mismo. Eres uno de esos rebeldes que van a contracorriente (y haces bien) :amiguitos:



P.D.: Me encantan las dos últimas fotos. Dan la sensación de que el interior de los edificios estuvieran en llamas.

 

Es uno de los típicos trucos que se aprenden con los años. Imagínate que estás en el Jarama, que se están estrenando los 918 y todo el mundo en boxes embobado mirando los coches.

¿Donde están las buenas fotos? ¿en los coches? Nooooo, las fotos geniales están en las reacciones de la gente, en lo que hacen

 

Domingo 22 de Septiembre: Hasta Nimes no paramos

Son las siete en punto. Las maletas están ya preparadas desde ayer por la noche. Ducha y a desayunar. En la zona del hotel reservada a tal efecto hay ya dos parejas desayunando silenciosamente. No dicen ni palabra. Entramos y nos encontramos a Luca trayendo y llevando cosas: “Ciao Luca, buongiorno!”

Parlamos alegremente durante dos o tres minutos de forma bien sonora. El resto de la gente del comedor a lo suyo, bien silenciosos ellos. El día es espléndido, realmente luminoso. Después nos damos cuenta de que el resto de gente que hay en el comedor son alemanes. Pues va a tener razón el taxista de Florencia con aquello de que son el pueblo más triste del mundo. Bueno, tal vez sea una exageración, pero la muestra presente parece la alegría de la huerta.

Terminamos de recoger, pagamos, Luca nos extiende una factura que aunque salida de la impresora podría haber sido hecha con un folio en blanco y un simple bolígrafo y nos ayuda a bajar el equipaje al parking del banco y a meter las cosas en el coche. Arrancamos el C6, lo emboquillamos perfectamente respecto a la puerta de salida y no tenemos miedo de salir a la carretera ya que Luca ya se ha encargado de parar cualquier tráfico que pueda venir. Pulgares en alto a modo de cariñosa despedida y a empezar el viaje de vuelta. Autonomía hay de sobra hasta Francia, donde el Gasoil anda a 1,50 Euros. Sustanciosa rebaja desde los 1,75 Euros que hemos estado pagando durante todos estos días en Italia.

Nos encontramos con que hay muy poco tráfico por la autopista. Incluso al atravesar Genova, que nos recuerda un poco a la circunvalación de Bilbao, solo que con muchos más túneles, incorporaciones y salidas, tanto desde dentro de túneles como desde el exterior. Tiene toda la pinta de haber sido hecha entre finales de los cincuenta y los sesenta del siglo pasado. Huelga decir que la escala es a la correspondiente al tráfico de aquellos años. No quiero ni pensar lo que debe de ser esto un día de diario. Hay que recordar que Genova es uno de los principales puertos de Italia y solo eso ya garantiza camiones en un entorno de cien kilómetros. Pasa lo mismo con Barcelona. Pasa lo mismo con Marsella. No es lo más agradable para viajar.

Van pasando los 170 túneles que hay aproximadamente hasta la frontera con Francia. Hacemos Savona, Imperia, San Remo … por cierto, recuerdo ahora una anécdota de hace años en San Remo un mes de Junio: un atasco monumental en un cruce de calles. Todo el mundo pitando. Un semáforo colgando en ámbar en la intersección de las calles y un guardia en una esquina, apoyado tranquilamente sobre una barandilla y hablando por el móvil. Es una “foto” de esas que se te quedan grabadas para siempre. Por cierto, sabeis como se dice “recargar el móvil”?, “ricaricare il telefonino”. No me digáis que el idioma italiano no es delicioso.

Ya falta menos. Este tramo hasta la frontera, en Ventimiglia, es el peor. Ya no tenemos arcén y la autopista la llamamos así por aquello de que hay dos carriles en cada dirección. Finalmente llegamos a la frontera y entramos en Francia. Del disco duro del coche seleccionamos el álbum de Dúos de Charles Aznavour y pronto suena el “Toi et moi”, cantado al alimón con Celine Dion. Os dejo video:



Charles Aznavour (1924) es probablemente “la voz” en Francia. Una de las cosas que me hubiera gustado hacer en la vida es poder viajar por las carreteras nacionales francesas a bordo de un DS “Tiburón” mientras escuchaba sus canciones a finales de los 60. Como por edad eso no ha podido ser, me he resarcido todo lo posible a bordo del C6 durante estos últimos años. Las nacionales y departamentales que corren entre árboles y rodeadas de paisajes espléndidos todavía existen y en el coche lo llevo casi todo de Aznavour. Os animo a haceros con el álbum “40 chansons d’or”, o con el ya comentado de “Duets”. Aquí os dejo un enlace a Wikipedia para el que quiera saber más

Estábamos en la frontera. Pasamos y todo cambia instantáneamente. Aparecen arcenes y sobre todo aparece el asfalto-alfombra. Sigue habiendo túneles pero parecen túneles de entrada a la ópera, si es que hubiera túneles en la ópera. Ponemos la suspensión del coche en el ajuste más cómodo y bajamos como silbando tangos –más bien como silbando duos- hasta Niza. Hacemos las curvas pertinentes para rodear la ciudad y un poco más allá, antes de llegar a la altura de Cannes, paramos a repostar. Depósito lleno y a continuar.

Paramos unos cien kilómetros más allá para comer en un área de servicio. Estamos ya en La Provenza y hace un calor de lo más agradable, unos treinta grados y con poca humedad. Compramos los sándwiches tradicionales de salmón, ensalada de pollo y un par de revistas. Nos sentimos un poco como en casa. Salimos a comer los sándwiches a la sombra de unos pinos y tras mover las piernas un poco nos ponemos de nuevo en marcha.

El hotel de destino queda en las afueras de Nimes, al este. Nimes lo conocemos bien de haber estado el año anterior. Es una ciudad totalmente recomendable con un centro histórico maravilloso, con el anfiteatro romano, la “Maison Carreé” y un magnifico museo de arte moderno, obra de Foster.

Llegamos por fin al hotel sobre las cinco de la tarde. Se trata de otro hospedaje con una filosofía cercana a un Bread & Breakfast. No se si lo he dicho antes, pero en Francia existe lo que se llama “Maisons d’Hôtes”, o casas de huéspedes. Es parecido a un B&B pero no es lo mismo. Son por lo general casas de campo de dimensiones generosas, decoradas con gran gusto y pertenecientes a familias de clase medio-alta, alta o muy alta, las cuales deciden reformar para poner a disposición de los viajeros un numero de habitaciones no muy grande, por lo general entre dos y cinco con el fin de cubrir los costes de mantenimiento de la casa. En qué se distingue una Maison d’Hôtes de un Bed & Breakfast anglosajón? Pues en el charme, sobre todo. Un B&B necesitaría nacer de nuevo para poder igualarse a una casa de huéspedes francesa. De largo. De aquí se deriva un consejo de viaje inmediato: Que queremos pasar unos días el próximo verano, por ejemplo, en Normandía, pues solo tenemos que teclear lo siguiente en Google: “Maison d’Hôtes Normandie”. De nada :)

Abundando en el tema, os paso otra dirección interesantísima: “Maison d’Hôtes et Hôtels de charme”. Es sabido que para encontrar un buen hotel en una ciudad de Francia hay que pagar buenos dineros para no llevarse sorpresas, pero alojándose en pueblos, aunque estén cercanos a las grandes ciudades, las casas de huéspedes son de lo mejor que puede ofrecer Francia al turista.

La dueña de la casa ya no cumple los sesenta años y es una mujer encantadora. Me cuesta un poco pasar del italiano al francés, pero al cabo de diez minutos ya tengo la suficiente fluidez como para poder chapurrear sin excesivas demoras. La dueña, decíamos, nos cuenta que es de origen holandés y no me queda ninguna duda de que en su buena época la mujer debió de haber hecho estragos. Rubia y de ojos verdes, nos saca unos zumos de naranja naturales para aliviar el calor y nos tiramos casi una hora de cháchara muy agradable en una de las mesas del jardín:



Amablemente se retira después de la conversación y nos deja a nuestras anchas. Nos vamos hasta la zona de la piscina a echarnos un rato en las tumbonas. Hemos hecho unos 630 km desde Pisa hasta aquí. No estamos en absoluto cansados. Es solo puro “savoir vivre”:



Según se va echando la tarde baja la temperatura considerablemente. Esto ya no es Julio, cuando la noche de la región del Languedoc es sumamente agradable y nos damos cuenta de que hemos hecho estupendamente en no darnos un chapuzón en la piscina. Para cenar habíamos comprado un par de ensaladas y fruta natural en el área de descanso de la autopista. Llevamos bastantes días comiendo fuera de casa y un poco de “desengrase” no nos va a venir mal. Subimos a la habitación y nos ponemos cómodos:



Vemos un poco la tele y leemos un poco. No hay mucho sueño y además mañana no tenemos que madrugar, ya que el trayecto previsto no es demasiado largo, pero así y todo no tardamos demasiado en apagar la luz. Hay que dar descanso a los cuerpos, que se están comportando de maravilla.

 

Aristharcus, se ve que tienes buen gusto.....

 

Que va, lo que pasa que disimulo estupendamente

Gracias :o

 

Que viaje mas bonito! :[applause]

En el 2007 tuve el placer de ver a la Streisand en Paris, y minutos antes de salir ella a escena todo la grada del pabellón se levanto y empezó a aplaudir hacia uno de los laterales del escenario por el que apareció un caballero que se sentó una par de filas por delante mio, lógicamente en la primera fila, Charles Aznavour!!:idolo:

 

Que gozada de momento. De ponerse la piel de gallina

Os paso tres canciones de Aznavour. Las dos primeras grabadas en el Olympia de Paris:

En Paris en el mes de agosto:


La Boheme:


Sobre la tercera, tengo anécdota, se trata de "Sur ma vie" (por encima de mi vida). Cuando subimos a Paris o a Normandia hacemos parada estratégica en el Valle del Loira, el cual está aproximadamente a 1.000 km de Oviedo. Salimos sobre las ocho de la mañana y llegamos a destino entre las seis y las ocho de la tarde. Siempre aparcamos al lado de la orilla del rio para celebrar la llegada a la altura de Amboise, un pelin antes. Ponemos la canción, salimos del coche y la bailamos a "lo agarrao" en un acto, tal vez, de puro exhibicionismo. Suele caer un piquito. Lo bueno del caso es que siempre hay algún coche francés que pasa por la carretera y pita a modo de decir "que guay", "thumbs up". En Francia el "amour" es algo que sigue considerándose muy mucho.

 

Lunes 23 de Septiembre: A tiro de frontera

Es curioso pero hemos pasado frío esta noche. Al igual que sucede en Castilla, las casas de arquitectura tradicional en Francia funcionan térmicamente muy bien. En verano protegen del calor y en invierno, asumiendo el correcto funcionamiento de un sistema de calefacción, tienen siempre una temperatura agradable. Esta Maison d’Hôtes protege perfectamente del calor, pero como decíamos ayer, por la noche refresca bastante a estas alturas del año y todo el fresquito nos lo hemos sufrido entero, así que nos metemos en la ducha raudos a entrar en calor y bajamos sin prisa a desayunar. Hacemos el mejor desayuno de todo el viaje. Excuso decir que lo que se ve es solo para nosotros dos:



Entre pitos y flautas son ya las once cuando pagamos y nos despedimos de la dueña de la casa tras dar unos pasos, un tanto melancólicos, por el jardín. Nos hacemos la promesa de venirnos el próximo Junio a pasarnos aquí una semana o diez días, por aquello de secar de las humedades Asturianas que siempre tenemos desde Octubre a Mayo, y esto siendo optimistas.

Arrancamos el C6 y le dejamos que vaya ronroneando sin prisa para que vaya calentando el motor. Es una de las cosas que menos me gusta de los diesel, no su ronroneo, el cual desde dentro prácticamente no se oye en frío, sino el tiempo enorme que tarda en calentar. Tras unos cuantos kilómetros lo hace coincidiendo prácticamente con la entrada en la autopista y en un instante dejamos Nimes atrás.

No hay mucho tráfico. En los fines de semana el sur de Francia tarda bastante más en despertar que el Norte, donde son más dados a saltar más pronto de la cama. El tiempo se nubla y así seguimos, charlando animadamente para pasar Montpellier, Béziers, Narbona ... Aquí esperábamos aumento de tráfico debido a la incorporación de la autopista que sube de Barcelona. Nada en especial, pasamos de tres carriles a dos y casi no hay aumento en la densidad de tráfico. Nos dirigimos ya a Tolouse.

Creo que ya lo he mencionado anteriormente: Toulouse es una de las ciudades francesas que mejor tiene organizado el tráfico de circunvalación (se me viene también a la memoria la ciudad de Caen, en Normandía). La periférica está muy bien trazada, todo el mundo respeta el límite de 80 km/h y hay carriles de sobra. Así y todo hasta llegar a Le Muret, pasado claramente Toulouse, no conviene cantar victoria. Hacemos unos pocos kilómetros más y paramos a repostar, y sobre todo a picar algo, que parece que nos está entrando la gusa. El tiempo está ahora completamente despejado y la temperatura andará por los treinta grados.

Decidimos no hacer ahora la comida reglamentaria y tirar hasta el área de descanso de “Les Pirénées”, cerca de Tarbes. Calca el calor ahora y nos comemos los sándwiches de rigor. En estos momentos la pregunta es: “vamos directamente hasta Oviedo o seguimos nuestro plan y dormimos todavía en Francia?”. Valoramos el asunto. La estrategia es, a estas alturas, la de viajar …, cómo diría? …, dejándonos llevar, con holganza, así que decidimos mantener el plan original.

Llegamos a Salies de Bearn sobre las cuatro y media de la tarde y estamos ya a menos de cinco horas de casa. Se trata de un pueblecito con aguas termales extremadamente tranquilo y muy poco conocido. Un remanso de paz. Si algún día estoy en paradero desconocido es muy probable que me haya comprado una casita aquí, desconectado del mundo. No es mal sitio para retirarse: un pueblo absolutamente francés y a menos de cien kilómetros de España.

Lo primero que sentimos nada más salir del coche es calorazo en plan bochorno. Cogemos lo imprescindible del coche y nos vamos al hotel a guarecernos de la chicharra. Se trata de un hotel ya conocido, el Hôtel du Parc. Es un tres estrellas alojado en un edificio del siglo XIX, algo desvencijado pero que tiene su encanto. Dentro es bastante acogedor, con un buen restaurante y un casino. Las habitaciones son funcionales, sin más, pero de sobra para hacer una siesta con un punto de aire acondicionado.

Avanzada la tarde damos un paseo por el pueblo y tomamos algo en una terraza. Los colores rojizos del atardecer nos recuerdan que en Francia se cena pronto:



Dudamos entre si cenar en un restaurante en el pueblo o hacerlo en el hotel. En el pueblo muchos restaurantes están cerrados y el que encontramos abierto es una pizzería. No, mas no, así que decidimos hacerlo en el hotel. No tenemos reserva pero es igual (en Francia puede estar el comedor de un restaurante vacío pero siempre te preguntarán si tienes reserva, no importa la categoría del restarurante). Pedimos un entrante para compartir y “magret de canard” (pato) de segundo para cada uno acompañado de champagne. Nos encanta este plato tan típico en Francia. Os parecerá tal vez una exageración, pero la cosa llega al punto de que cuando veo un pato en un estanque de un parque me imagino instantáneamente lo bueno que estaría en un plato. Cenamos de maravilla, subimos a la habitación y tras un rato viendo la tele apagamos la luz. Dormimos como alimañas tras haber tenido un buen festín.

 

Martes 24 de Septiembre: Bien está lo que bien acaba

Nos levantamos demasiado pronto para el programa que tenemos hoy por delante, el cual no es otro que recorrer con pereza los aproximadamente 500 kilómetros que hay hasta casa. Subimos la persiana de la habitación y vemos que el calor de ayer se ha tornado en una niebla espesa, mañanera:



Ducha y desayuno en el hotel. Pagamos y emprendemos viaje. Se nos ocurre la opción de meternos por las carreteras departamentales e irnos hasta San Juan de Pie de Puerto, pero nos damos cuenta que sería reconocer demasiado abiertamente que no queremos que se acaben las vacaciones. Hay que afrontarlo, hoy es el último día y no queda otra que encarar la autopista por la carretera que sale de Salies de Bearn, rodeada de árboles y una hierba que con la niebla mañanera parece hecha en Asturias. Cómo corre el coche cuando no quieres ir a un sitio determinado. En algo menos de una hora se termina la autopista francesa. Un parpadeo y llegamos a España. Estamos de vuelta en casa.

No quisiera terminar este pequeño libro de viaje (sin contar las fotos llevo escritos ochenta folios en Word) sin hacer un pequeño homenaje fotográfico a quien nos ha traído y llevado durante estas vacaciones. Le hemos mencionado de vez en cuando, pero no hemos incluido ninguna foto ya que no es un Porsche. Así y todo creo que se merece al menos una. Aquí la tenéis. Creo que es el mejor “retrato” que le he hecho desde que lo tengo, tomada el verano pasado:



Gracias a todos los que nos han leído, espero que con disfrute, la narración de este viaje y a este estupendo foro por haberme permitido irme por las ramas con la alegría y frecuencia que me caracteriza. Ha sido un placer.

 

Muchas gracias, una narración impecable y amena, unas fotos con las que me hago a la idea de lo que sugieres y nos trasladan al sitio "en vivo" sin conocerlo, sin haber estado, unas impresiones y valoraciones que considero imprescindibles si he de pasar alguna vez por tu ruta... demasiados halagos que son evidentes, perdón... nunca son demasiados :o resumo con un: !MAGNIFICO HILO! :[applause]

Gracias y abrazotes mil :beer:

 

Pobres patos de los estanques... :o



Gran hilo, gran viaje, gran relato, grandes detalles, grandes explicaciones, grande TODO :[applause] :idolo:

Pero más grande aún: tú.
Sin conocerte (pena que no pudieras venir a la del BEC de Bilbao) estoy seguro que eres una de esas personas con las que merece la pena "perder el tiempo" y escucharte compartiendo alguna comida, alguna cerveza o; porqué no, alguna copa :beer:

Esperaremos al año que viene a ver a dónde nos llevas :p
Un abrazo,
Javier.

 

GRACIAS por el relato, por las fotos, por las anecdotas, por la información....me han entrado unas enormes ganas de ir a Italia y pasar por el sur de Francia (se lo he dicho a mi mujer y le parece bien). Si fuera así me llevaría tu trelato como "guia" para el viaje.

 

Me ha encantado Luís.
¿A dónde nos vas a llevar el año que viene?. :drooling